Concluida
la jornada electoral para elegir gobernadores y alcaldes, varios sectores de
Trujillo y sus distritos quedaron empapelados.
La
propaganda política de los candidatos, colocada por doquier, se mantiene y no
se sabe hasta cuándo.
Como
siempre y por "estar a la vista",, los postes de alumbrado público
son los preferidos.
No
obstante, el Código Nacional de Electricidad lo prohíbe.
Sucedió
lo mismo en diferentes lugares. Como el cerco perimétrico de un complejo
arqueológico de La Esperanza.
Esta
clase de agravios no solo se han presentado en nuestro medio. Hace unas semanas, en la capital, se cometió
un verdadero atropello.
Un
mural dedicado a tres bomberos que el 2016 se inmolaron cumpliendo su abnegado
servicio, fue cubierto con propaganda electoral.
Ocurrió en el ingreso del túnel de Santa Rosa,
que conecta el distrito del Rímac con San Juan de Lurigancho
Mario
Casaretto, jefe de los bomberos de Lima-Centro, calificó el hecho como una
"aberración".
Su
declaración resume la total falta de escrúpulos de ciertos jefes de campaña y
seguidores de algunos postulantes.
Realizada
la denuncia periodística, los papeles fueron retirados. Pero, quedaron las
huellas de la ignominia.
En éste, ni en otros
casos, se les llamó siquiera la atención a los candidatos que aludían esos
anuncios. Siguieron en campaña.
Todos
los países democráticos convocan a elecciones. Pero, jamás se falta el respeto
a la propiedad pública y privada como en el Perú.
Espacios específicos poseen paneles para que
los postulantes coloquen su propaganda
electoral. Y cumplen con agrado.
Si
el objetivo es elegir autoridades. Los candidatos deben dar el ejemplo en todo.
No
solo buscamos escoger a los mejores, más capaces y honestos, sino también al ciudadano ejemplar. Digno de ser
imitado.
Y
esto se demuestra desde que cumple con los requisitos al instante de inscribirse.
Hasta el final de la gestión y su propia vida.
¡Esa
es la clase de líderes que necesita el país para levantarse...!
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