Perú vive una época difícil. Matizada por la corrupción y aderezada con la delincuencia. Ambas, disputan la supremacía.
Y esa coyuntura que, con la bendición del Papa León XIV, quisiéramos exorcizar, el Congreso persigue al demonio.
Por mayoría, la comisión de Constitución, aprobó la restitución de la inmunidad parlamentaria.
La norma está dirigida al batallón de senadores y diputados, que nos costará millones, a elegir en los comicios del 2026.
El dictamen, que se debatirá en el pleno, impide que los congresistas sean arrestados o enjuiciados penalmente, sin permiso.
Para hacerlo, se necesitará la autorización de la cámara a la que pertenezca y el visto bueno de la Comisión Permanente.
La inmunidad, eliminada en febrero del 2021, faculta a la Corte Suprema procesar a los legisladores por delitos comunes, sin autorización del Legislativo.
El experto Alejandro Rospigliosi, consideró que restituir la inmunidad parlamentaria sería un retroceso en la lucha contra la corrupción.
“ Advirtió que se genere la impunidad si las cámaras no levantan la inmunidad a los acusados. Pese a la tendencia global que no haya impunidad.
Eduardo Salhuana, refutó que la inmunidad signifique impunidad y que es una prerrogativa de todos los congresos del mundo.
Pero, en ningún congreso del orbe existe el grado y cantidad de denuncias. Aquí, más de 80 legisladores afrontan procesos judiciales.
Fernando Rospligliosi, aplaudió, indicando que la medida “Es impopular, pero necesaria”.
Si es impopular, perdió todo valor. Porque, en democracia, el poder emana de la ciudadanía. Y, el Congreso no puede subestimar a quien lo eligió. .
María del Carmen Alva, en cambio, mostró su desacuerdo: "Blindar al Congreso es perder confianza y respeto".
De acuerdo. Sin embargo, ya es muy tarde. El Congreso perdió la confianza y el respeto desde que comenzó a promulgar leyes a su favor.
En tiempos de corrupción, restablecer la inmunidad, es permitir que los congresistas se burlen de la justicia y se rían de los peruanos…
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