Con la multitud como fondo, Vizcarra posa en Trujillo. Sin congreso obstruccionista, la ciudadanía espera ahora resultados. (Correo).
Increíble.
Sucedió lo menos esperado. En una sola semana el panorama político del Perú
cambió por completo.
El
Ejecutivo planteó una cuestión de confianza. El congreso empezó eligiendo un
miembro del Tribunal Constitucional y se vino todo abajo.
Por la
tarde, cuando el hemiciclo aprobaba el pedido del gobierno, Martín Vizcarra lo
disolvió y convocó a elección de congresistas.
Y,
mientras se espera el pronunciamiento del Tribunal Constitucional, que durará
un tiempo, ya tenemos nuevo gabinete.
Todo
marchó muy rápido. Tan veloz como el impulso de un clic.
Aunque la mayoría considera que la decisión de
Vizcarra es acertada, no sucede lo mismo con ciertos analistas.
Califican
la acción como propia de un gobernante "de facto". Vocablo latino que
significa por la fuerza de los hechos. Sin registro jurídico.
Varios
constitucionalistas difundieron el jueves un documento denunciando el acto
presidencial como "forzado".
No faltan
quienes creen que el presidente debería renunciar también y convocar comicios
generales.
Como Jorge
Muñoz, alcalde de Lima, quien le recordó
la frase en su mensaje del 28 de julio: "Por qué no se van ustedes y
yo...".
Por
ahora, la situación está planteada. Todo hace pensar que debemos prepararnos
para el sufragio de enero.
Se
espera que, sin el obstáculo que significó el parlamento, Vizcarra demuestre
que tiene capacidad de gobierno.
Despojarse
de innecesarias y casi diarias apariciones públicas y trabajar "pensando
en lo mejor para el país".
Aunque
el viernes estuvo inaugurando un evento amazónico en Pucallpa y el sábado aquí,
en Trujillo, entregando títulos de propiedad.
En
estos momentos, todo el poder está concentrado en el mandatario y los
ministros. ¿Habrá quien los fiscalice...?
Por la
cercanía a julio del 2021. ¿No sería mucho menos costoso adelantar las
elecciones generales...?
Así,
evitaremos tener legisladores al paso. Por unos cuantos meses. De existencia
efímera.
De un solo uso y, como no hay reelección, condenados al descarte
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