Así quedó este vehículo después de un choque. El piloto murió. Manejaba en estado de ebriedad. Jamás haga eso. (Redes).
El
general Óscar Gonzales deja el comando de la III Región Policial. Ya tiene
reemplazo. Pasó al retiro.
Su
gestión reflejó el constante reclamo por la liberación de bandas criminales por
exceso de carcelería debido a una norma que debe analizarse.
Sobre
todo ahora que el delito aumenta y la lucha contra la delincuencia no es
política de Estado.
En uno
de sus últimos informes, Gonzales reveló que entre enero y octubre, 2,767
choferes fueron detenidos por manejar borrachos.
Cifra
elevada teniendo en cuenta el peligro que constituye conducir en esas
condiciones.
Ingerir
alcohol afecta al organismo. En particular, al cerebro. Las alteraciones
sicosomáticas son pavorosas y se manifiestan de distinta forma.
Para
empezar, reduce el campo visual modificando de manera directa la estimación de
distancias.
La
descoordinación sicomotriz vulnera la función sensorial con las negativas
consecuencias que eso significa.
Todo se
complica con las reacciones lentas y la dificultad para adoptar decisiones rápidas.
Al instante.
Con un
piloto en esas circunstancias, la desgracia se convierte en el acompañante
próximo.
Nadie
se opone a la celebración, el festejo, el vacilón y la satisfacción del fin de
semana para divertirse.
Si no hay
riesgo alguno. No le causa daño al bolsillo y desea disfrutar con corrección,
que viva la fiesta.
Pero,
no acuda en su carro a exhibirse o para que lo vean. Tampoco en el coche del
amigo.
Deje el
vehículo, que compró con tanto esfuerzo, en la cochera y tome un taxi. Haga lo
mismo al regresar. Y listo.
Piense
en su familia. Su esposa, hijos, padres, que tanto lo quieren. Y, especialmente,
en usted mismo. O es que no se valora.
Todo
depende de usted. Al final, un consejo. Está en las redes. Léalo y reflexione.
"Jamás diga: A mí eso nunca me va a
pasar. La vida tiene una manera muy
especial de demostrar que nos equivocamos..."
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