Procedía
de la secretaría de prensa de Palacio y convocaba a los reporteros reunirse con
el presidente.
El
dato se expandió como reguero de pólvora. Por la conducta del mandatario, hubo muchos
incrédulos.
Para
despejar dudas, los periodistas revisaban
su wasap. Esperando la convocatoria fijada para la 5 de la tarde.
Era
el momento soñado. La oportunidad de sus vidas. Deseada por todo reportero peruano.
Hacer hablar al presidente.
Y,
plantearle múltiples preguntas. Acumuladas durante casi largos cinco meses sin
darnos la cara.
Tantas
eran las interrogantes que se sobreponían unas con otras.
Todos
coincidían en el mismo objetivo. Captar y publicar la primicia en su medio y
ganarle al resto. Lo que la ciudadanía quiere saber.
Llegó
la hora y nada. La invitación jamás vibró (plof). El celular se mantuvo mudo.
-- No
puede ser. ¿Cómo es posible que no me inviten --murmulló uno de los hombres de
prensa mientras timbrababa a un colega.
--
Peter. ¿Y la nota del presidente...?
--
Nada hermano. No me ha llegado nada. Le pregunté a Jorge e igual. Estamos en
cero, "causa".
--
¿Qué diablos paso...? gritó otro, amenazando reventar el móvil.
La respuesta
es increíble. La cita fue solo para cinco periodistas de tres medios. ¿Y por
qué no invitó a todos...?
El
encuentro duró menos de una hora. Fue un "choque y fuga". No se trasmitió
en vivo. Ni grabó para una posterior difusión.
Al
salir los elegidos, cual "voceros oficiales", hablaron del diálogo
sin novedades a los colegas discriminados.
--
¿Qué dijo...? --preguntó uno.
-- ¿Hay
alguna noticia "bomba" o de impacto...? --musitó otro.
--
Si. Que el otro año hablará con los periodistas...
¡Que
el 2022 sea mejor...!