Tras décadas de incomodidad para los pasajeros trujillanos y distritales con numerosos vehículos viejos, surge una luz de esperanza.
Se
trata del programa del chatarreo aprobado por ley y reglamentado por el
Ministerio de Transportes.
La
norma autoriza la eliminación de las unidades vehiculares obsoletas a cambio de
un bono.
Para
el efecto, faculta a las municipalidades provinciales a planificar, formular y aprobar los planes
correspondientes.
El
objetivo es garantizar la calidad del transporte público y reducir la
contaminación ambiental con la emisión de partículas y gases tóxicos.
Existen
dos formas de acogerse al sistema del chatarreo.
Voluntaria,
a iniciativa del propietario y obligatoria, con las unidades multadas
abandonadas en depósitos estatales.
Deben
incluirse también los dejados en la vía pública por sus dueños.
En
nuestro medio hay empresas que, con responsabilidad, renovaron sus ómnibus y
ofrecen aceptable servicio.
Sin embargo,
se mantienen en actividad microbuses y combis en calamitoso estado que piden, a
gritos, ser cambiados.
¿Cuántas
veces se le ha caído la puerta a las combis...? Tienen asientos rotos y, en
ciertos casos, ventanas sin lunas.
Aparte
de la molestia del techo bajo y la seguidilla de lugares que obligan a doblarse
al sentarse.
Con
el bono del chatarreo debe terminar el suplicio de laredinos y otros pasajeros
condenados a utilizar solo combis.
La
aplicación de la innovadora medida contribuirá a mejorar la imagen de Trujillo
y alrededores.
Mucho
más si Transportes Metropolitano tiene avanzado un novedoso proyecto desde hace
algún tiempo.
Empezaría
con la ubicación de paraderos fijos y únicos. Tal como existen en todo el
mundo.
Allí
figura la hora que debe llegar el bus y un mapa del recorrido completo de la
línea.
La
gente forma cola, en el más completo orden, conforme llega. Y nadie se atreve a
meterse.
No es
un sueño. Tampoco una película del futuro. Es la realidad en otros países.
¿Y
Trujillo...? ¿Por qué no podemos aspirar a eso...?
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