Se había convertido casi en una costumbre, Algo normal. Pese a las advertencias de la Contraloría y el reclamo de la ciudadanía.
La prensa se encargaba de dar a conocer
a la colectividad la reiterativa irregularidad.
Y del enorme daño que se hacía al
distrito, provincia, región y el país.
La óptima administración pública, anhelo
de todos y columna vertebral del desarrollo, era desnaturalizada.
¿Cómo...?. Nombrando en puestos claves,
mediante los famosos cargos de confianza, a gente no calificada. Sin el perfil profesional
exigido.
Yendo contra el más elemental
principio ético, se lanzaba al tacho de basura el inequívoco valor de la
meritocracia.
Prevalecía la amistad, el compadrazgo,
la "labor" en la campaña electoral o cualquier "atributo".
Tampoco se aceptaban las sugerencias
de Transparencia y SERVIR. que buscan
profesionalizar la función estatal y otorgarle capacidad gerencial.
Felizmente para el Perú, este lastre,
que solo sirvió para poner trabas al camino del progreso, terminó.
El congreso promulgó una ley que
reprime la conducta contra los principios de mérito, idoneidad y legalidad para
el acceso a la función pública.
La norma modifica un artículo del
Código Penal sobre el nombramiento, designación, contratación, encargatura o
aceptación ilegal del empleo.
El funcionario que nombra, designa,
contrata o encarga a personas sin los requisitos legales para un puesto
público, será reprimido con pena privativa de libertad.
Dicha sanción será no menor de dos, ni
mayor de cuatro años.
Deberá pagar, además, una multa
equivalente a sesenta o ciento veinte días laborables. ¡Casi nada...!
La persona que acepta la plaza, sin
contar con los requisitos legales, también será reprimida con el mismo castigo.
Como en casos similares, faltó incluir
la inhabilitación de por vida para el desempeño de la función pública.
Vigilante, la Contraloría acaba de
anunciar el inicio de operativos para verificar presuntas anomalías en las
designaciones.
. -- Señor gobernador. Señor alcalde.
¡Tocan la puerta...! ¿Quién es...?
-- ¡La Contraloría...!. ¡La
Contraloría...!.
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