En una entrevista a la excongresista Gloria Montenegro,
con Víctor Gil en el noticiero Réplica, dijo esta frase que se me quedó grabada:
-- Al ingresar al Congreso, uno se encuentra
con gente que se cruza. Va en una y otra dirección y no se sabe a dónde.
Laboran
allí, cerca de 4.000 empleados agrupados en un sindicato.
Ganan
muy bien. Tienen asegurado su futuro y el de su familia. Pero, no están contentos. Siempre quieren más.
Consiguen
aumentos y bonificaciones gracias a pactos colectivos renovables cada dos años.
Obtienen
bonos de opulencia. Como los diez mil soles del año pasado. Del que se aprovecharon
los congresistas.
Son
tan afortunados que, desde este mes, su sueldo subió el 15 % y tendrán un pago adicional
equivalente a una UIT (5.150 soles).
También,
otro añadido mensual de 200 soles. Y en
diciembre su aguinaldo navideño se eleva de 1,700 a 1,900 soles.
El convenio incluye la recepción de un terno
por año. Con tanta ropa, pronto abrirán su sastrería.
Frente
a esa abundancia, están los cesantes y jubilados del sector público cuya
realidad es lacerante y hasta
contradictoria.
Al
extremo que, en lugar de aumentarles el sueldo, les disminuyen.
Quienes
pertenecen a la ley 20530 cuentan con un "aumento" de 30 soles al año
y tenían el subsidio del Fonahpu.
Cuando
su remuneración llegó a mil soles, les arrebataron por completo.
Los
servidores del Congreso gozan de un sueldo íntegro por Navidad. Los pensionistas
reciben 300 soles. Les entregan en enero. Y, con descuento.
Ahora
esperan, como maná, recuperar sus aportes al Fonavi para resistir la recesión
que hace trizas sus esperanzas.
Su
frágil cuerpo carga a cuestas el peso de los años y sus problemas. Las enfermedades
son sus fieles amigas.
Los
que todavía pueden, caminan solos y desprotegidos. Pocos los respetan. Nadie se
acuerda, ni reclama por ellos.
Su
sueño mágico es tener, algún día, un sindicato. Así como los trabajadores del
Congreso.
Aunque,
tal vez, la vida no les alcance...