Hace una
semana ocurrió un trágico accidente aéreo en el aeropuerto de Haneda, Tokio,
Japón.
Un avión
comercial chocó, en la pista de aterrizaje, con otro del servicio de guardacostas. Ambos se incendiaron. Las
causas se investigan.
La nave mayor
procedía de Sapporo, Hokkaido, al norte del país, con 12 tripulantes y 367 pasajeros a bordo.
El fuego
amenazaba las ventanillas. Adentro, aumentaba la temperatura y la cabina se
llenaba de denso humo blanco dificultando la visión.
Ante la
urgencia, desocupar el Airbus era obligatorio. El equipo de sonido estaba averiado.
Hubo que usar un megáfono.
Los auxiliares de vuelo aconsejaron a los ocupantes
quedarse en su sitio, mantener la calma y dejar el equipaje de mano para evitar
tumultos.
También,
cubrirse la nariz y la boca (lo que se debe hacer en cualquier incendio), para
no inhalar humo, mientras se abrían las puertas de emergencia.
En todos,
primó el instinto de supervivencia. Las recomendaciones fueron acatadas al pie
de la letra.
Algunos,
exaltados, pidieron que los dejaran salir. La mayoría les exhortó respetar las advertencias y esperar.
Solo se
abrieron las salidas seguras. Alejadas del fuego. Desplegados los toboganes de
goma, empezó la evacuación.
Afuera, los
bomberos luchaban contra las llamas. Otros, protegían las salidas. Aseguraban a
la gente el camino despejado.
Concluyó con
14 heridos del avión comercial. Cinco ocupantes del guardacostas fallecieron.
El capitán resultó gravemente herido.
La operación
escape de la tragedia fue calificada de
milagrosa.
Los expertos resaltaron la acción de la
tripulación que pudo organizar "una evacuación de manual", informó la
BBC.
Explicaron
que entendieron qué puertas estaban distantes de las llamas. Por eso, no se
abrieron todas.
Indicaron que,
en ocasiones, los viajeros pueden ralentizar la operación al entrar en pánico e
intentar tomar su equipaje.
.Hay quienes
lo atribuyen al entrenamiento de emergencia de la tripulación.
Pero, destacan
la disciplina de los pasajeros en un país conocido por el respeto a las normas
y su consideración del colectivo, antes que el individuo...
Es un testimonio impactante de cómo la preparación de la tripulación y la disciplina de los pasajeros pueden marcar la diferencia en situaciones de emergencia.
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