Por lo que representan, la educación y la salud son primordiales servicios de atención en todo buen gobierno.
Una
población culta está preparada para aportar al país. No cae con tanta facilidad
en las falsas promesas de los políticos.
Y, si está
sana, en la plenitud de sus facultades, puede desempeñarse en cualquier
actividad laboral.
En ambos
aspectos, falta aún mucho por hacer en el Perú y, a nuestro pesar, constituyen
dos de las razones del atraso que atravesamos
En salud, a
las limitaciones y carencias existentes, se suma el descuido en la propia
cartera del Estado.
Tal como lo
que acaba de ocurrir con un decreto de urgencia publicado el 31 de octubre del
2019.
El
dispositivo obligaba a las farmacias la venta de medicamentos genéricos
esenciales seleccionados por el Ministerio de Salud.
La norma iba
acompañada de un listado de fármacos que debían ser puestos, a bajo costo, en
manos de la colectividad.
Otorgándole
rigor, su incumplimiento establece la sanción de dos UIT.
En algunos casos, las medicinas
podían costar 10 veces menos que su precio normal, según el laboratorio.
Esto
significaba una importante ayuda en la economía y el cuidado de la salud
del ciudadano.
Pese a su
sentido social, el decreto tenía plazo de vencimiento. Perdió vigencia el 25 de
febrero pasado. Y recién se informó de ello, 15 días después.
Grave error
del área responsable del sector que, con anticipación, debió adoptar las
medidas para evitar este desacierto.
Por la
trascendencia de la norma, se dictaminará una prórroga.
Pero, si la
salud es política de Estado, consideramos que no se puede preservar el
bienestar de la gente con decretos.
Es
impostergable una ley que garantice y mantenga para siempre la venta de
productos genéricos.
De paso,
analizan el motivo por el cual una misma medicina cuesta, al cambio, mucho
menos en el extranjero que en el Perú.
Todo lo que
un gobierno haga en bien de la salud de sus habitantes contará con el unánime
respaldo de la colectividad...
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