jueves, 15 de junio de 2017

¡Un padre, una historia…!

Mi padre Juan Gálvez Arce,  con su infaltable cámara fotográfica, en el acertado lápiz del recordado Manlio Holguín Gómez.


          Vivía en Trujillo. Como la mayoría, era un hombre humilde y honesto. Cierto día, salió de su casa en busca de un empleo para mantener a su familia.

          En ese afán, se topó con una empresa periodística que funcionaba en el centro de la ciudad donde fue aceptado como tipógrafo.

          Su tarea consistía en juntar los tipos para formar las palabras de los artículos que  debían ser publicados al día siguiente en un periódico.

          Con carácter y habilidad, dominó enseguida esa minuciosa labor.

          Debido a sus méritos, fue nombrado jefe del área. En adelante, varios operarios estarían bajo sus órdenes.

          La elaboración en los talleres de la edición tipográfica completa, quedó bajo su exclusiva responsabilidad.

          El avance tecnológico terminó con la tediosa faena de los tipos y pasó a formar las palabras y párrafos en un solo bloque.

          Linotipo, era el aparato. En adelante, los artículos serían escritos en un teclado y salían ordenados en barras. La etapa del plomo había llegado.

          Surgió entonces un dilema para el jefe del taller. Adecuarse al progreso o quedar relegado. Optó por aprender el funcionamiento de la nueva máquina.

          Demostrando el mismo empeño del comienzo, se convirtió en un experto linotipista. Mantuvo así su puesto en la organización.

          Siguiendo su ejemplo, uno de sus hijos empezó a dar los primeros pasos en el mismo escenario y terminó convertido en periodista.

          Durante sus horas libres, el linotipista tomaba fotos a la gente y para el diario cuando sus reporteros estaban muy ocupado.

          Atrapado en el fascinante mundo de la fotografía, instaló su propio laboratorio para revelar las imágenes.

          Vendía fotos al público en su austero estudio. Sin darse cuenta, había generado una nueva fuente de ingresos para su hogar.

          Cuando llegó el momento de jubilarse, ya tenía montado un trabajo personal al que dedicó su vida por entero hasta el último de sus días.

          La empresa mencionada en esta micro-historia es La Industria. El hijo que se hizo periodista, soy yo. El protagonista, Juan Gálvez Arce, mi padre…

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