Este celular ha experimentado múltiples modificaciones. Ahora graba sonidos, toma fotos y filma.
Una
joven asciende a un taxi concentrada en el diálogo que mantiene a través del
celular que sujeta en una mano.
Hace
lo mismo otro muchacho al subir a un micro o una combi.
La
trabajadora del Segat que limpia las calles, mucho más hábil, tiene el aparato
adaptado alrededor del cuello a uno de sus oídos.
En
una bodega de barrio el responsable calcula la cuenta y entrega el vuelto al
comprador sin desprenderse del celular.
El
jardinero municipal coge con una mano la manguera y, mientras riega el césped
del parque, mantiene una animada conversación.
Por
su parte, la joven madre zigzaguea el cochecito donde conduce a su bebé para
evitar chocar, pero no suelta el artefacto.
Qué
decir del chofer, hombre o mujer, que sin medir el peligro, toma con una mano
el timón y con la otra el celular hablando con pasmosa naturalidad.
Y
el chico que camina por el paseo peatonal de Pizarro como autómata. Con los
cinco sentido en el celular y sin notar quien pasa por su lado.
O
la familia sentada alrededor de la mesa en un restaurante que ni cuenta se da de
los platos servidos, entretenida en la plática por el móvil.
Sin
olvidar a la pareja de enamorados en una banca de la plazuela con la mirada y
los dedos clavados en la bendita pantalla.
También
a quien cruza una transitada avenida con los ojos "comiéndose" el contenido
del aparatito sin considerar el riesgo.
No
hay nada peor que le pueda pasar a alguien que salir a la calle olvidando el
celular en casa. ¡Es para morirse...!
La
mayoría o casi todos, confiesa que no podrían vivir sin el famoso aparato. Su
vida no tendría sentido. ¿Será cierto...?
El
celular es un producto del avance de la tecnología. Permitió que el teléfono
fijo deje el rincón del hogar y sea llevado en el bolsillo.
Esto
facilita la comunicación inmediata en el lugar que estemos.
La
incorporación de una multiplicidad de aplicaciones amplió el espectro
invadiendo hasta la vida privada.
En
ese sentido, al valor del mensaje urgente se añadieron intrascendencias que
terminaron envolviendo la conducta humana.
Algunos
estudios concluyen que su uso permanente es causante de la sociedad estresada
en la que vivimos.
Y
no faltan quienes aseguran que ahora estamos más conectados. Pero menos
comunicados y socializados...
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