domingo, 20 de enero de 2019

Los que postulan por la plata

Por pretender aumentarse el sueldo tan pronto asumen la función, varios alcaldes demuestran que postulan por la plata.

          Ciertos ciudadanos que se desgarran y aseguran que postulan a un cargo público para servir a la colectividad, mienten.

          Tienen tan presente su verdadera intención que, en el momento cumbre de recibir el mando, juran por la plata. En el Perú hay varios ejemplos.

          Ahora no más, lo acaban de demostrar ciertos alcaldes provinciales y distritales. Tan pronto asumieron funciones, aumentaron su sueldo.

          No habían cumplido ni 15 días de gestión y ya saboreaban el almíbar de  saber que recibirían buena cantidad de dinero a fin de mes.

          Allí están los flamantes burgomaestres de Chiclayo, Piura e Islay, en Arequipa.

          Ni siquiera se habían preocupado por conocer las necesidades de sus pueblos, pero ya tenían asegurado su sueldazo.

          Pensar que algunas décadas atrás, ser alcalde era ad honorem. No recibían compensación económica.

          Varios candidatos se hubiesen quedado sentaditos en su casa en la últimas elecciones, si el gobierno mantuviera el mismo criterio.

          Tal vez esa apetitosa remuneración fue la razón para que muchos aspiren ser autoridades. Trujillo tuvo 18 postulantes. ¡Una exageración...!

          Respecto a los alcaldes ambiciosos, el ministerio de Economía emitió un tajante pronunciamiento.

          Señaló que dicha pretensión es "Nula, inejecutable e inexigible...", porque atenta contra la normativa vigente.

          Recordó que toda modificación de sueldos debe establecerse mediante decreto supremo, previa aprobación del Consejo de Ministros.

          Así, sus planes de enriquecimiento por conducir el gobierno municipal, se estrellaron contra la pared.

          A propósito de salarios públicos excesivos, las altas esferas del Estado deben revisar el pago que se hace a las autoridades regionales y municipales.

          Existen casos que son tan elevados que se acercan a lo que gana el mismo presidente Vizcarra.

          Y eso, en un país como el nuestro, es una aberrante contradicción.

          Si el objetivo fundamental de quienes ejercen el poder es servir, deben quedar satisfechos con un pago modesto y honorable.

          Así sabremos que los elegidos trabajan con propósitos valederos. Y no lo hacen solo por la plata...

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