Los profesores jubilados de la
Generación del Cambio de Siglo, que integran la Ley 20530, terminarán sus
últimos días frustrados.
El 2004, Alejandro Toledo les arrebató
la cédula viva.
Cada año les aumentaban 30 soles hasta
llegar a mil para perder la bonificación del FONAHPU y morir con ese mísero sueldo.
Y, a fines del 2019, Martín Vizcarra
lanzando decretos de urgencia, afectó a los trabajadores de todos los sectores.
En cuanto a los educadores, propuso
extraerlos de su matriz. El Ministerio de Educación.
Sin sustento alguno y de manera
inexplicable, ideó derivarlos a la ONP.
Enterados, los profesores protestaron.
Programaron una movilización nacional a fines de marzo. La pandemia cortó sus
planes.
Miles tienen juicios pendientes por
movilidad, refrigerio y preparación de clases.
Otros, esperan un dinero que, tal vez,
nunca llegue a sus temblorosas y arrugadas manos.
-- El gobierno siempre es demorón,
aunque no pierdo la ilusión de recibir esa plata –decían entusiasmados casi al
unísono.
Pese a las limitaciones propias de la
edad, elevaron sus reclamos al presidente, al premier y al congreso.
Los jubilados y cesantes de la región
dialogaron con algunos legisladores que acogieron su llamado.
Pero, la situación se complicó cuando
Vizcarra emitió otro decreto de urgencia que confirmó el anterior.
Quedaba entonces la confianza que el debate en la comisión
legislativa se opusiera al atropello.
Fatalmente, no ocurrió así. El grupo
parlamentario aprobó el despropósito.
Con su voto aplastaron de un solo golpe
la última aspiración en vida de los docentes.
De quienes entregaron la mejor parte
de su existencia a la formación de los niños y jóvenes del futuro.
Vizcarra fue vacado. Y dejó un
siniestro y descorazonador legado a los maestros jubilados...