La
elección de Francisco Sagasti como presidente del Perú, cerró una semana
trágica en la historia del país.
Multitudinarias
manifestaciones en Lima y capitales de región rechazaron a Manuel Merino y su
gabinete.
Las
protestas se agravaron con la muerte de dos jóvenes y cerca de un centenar de
heridos.
¿Qué
hubo detrás de aquella explosión ciudadana que condujo a esa situación extrema...?
El
pretexto y una razón inmediata fueron las sucesivas acusaciones contra Martín
Vizcarra.
Grave
asunto de una clase política que, en ocasiones, defiende intereses particulares
y goza hasta por gusto de beneficios.
Partiendo
de la inmunidad que cae como anillo al dedo a investigados que son sentenciados
en pleno ejercicio.
Y el
cuestionado caso de los legisladores que empezaron con dos asesores y tienen ahora
siete.
O la
mesa directiva del congreso que solo contaba con ocho asesores y con Merino
llegó a 47.
Se
añaden las gratificaciones de 15,600, seguro privado, semana de representación,
gastos de instalación y pensión vitalicia.
Para
algunos, es esa la principal motivación de tentar una curul.
A los
ministros, Humala les elevó el sueldo de 20 a 30 mil soles sin justificación de
peso. Ellos, también tienen asesores.
Qué decir
de los privilegios de por vida para los expresidentes. El Estado les paga hasta
el entierro. ¿Es justo...?
Así
como la ilimitada facultad en las altas esferas de gobierno para contratar
locadores, consultores y asesores.
Excesivas
prerrogativas otorgadas a un grupo ciudadano en un país de desigualdad y
necesidades.
El
estallido popular expresado en las marchas fue un llamado de atención del
sentimiento nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario