La vacancia de Martín Vizcarra por votación
parlamentaria, confirmó un aciago designio que persigue a los gobernantes
peruanos.
Los seis últimos presidentes fueron
destituidos, investigados o condenados por delitos de corrupción.
Un alarmante panorama digno de
analizar. En el sentido que algo no está funcionando en la política.
Empezando por los filtros para promover candidatos idóneos, así como
electores enterados y conscientes de su voto.
Hasta definir lo que se entiende como
"incapacidad moral", que el Tribunal Constitucional demoró aclarar.
Aquello que, respecto a la vacancia,
motiva decir que "en el Perú es más fácil vacar a un presidente que
condenar a un asesino..."
No defendemos a Vizcarra, quien debe
ser investigado por todo, sino que se aspira al debido proceso.
Lo evidente es que en un solo
quinquenio, que aún no concluye, tuvimos tres mandatarios.
Juramentado presidente Manuel Merino,
siguieron marchas de protesta conformadas en su mayoría por jóvenes.
Es probable que, como suele ocurrir, se
hayan infiltrado sujetos para incitar a la violencia.
Trujillo no fue la excepción. Atentaron
contra la majestad del monumento de la libertad pintarrajeando sus gradas.
El atropello coincidió con la visita
de un pre candidato presidencial que perdió la cordura y convocó salir a las
calles.
Estamos ante un gobierno de transición
con un gabinete dispuesto a garantizar las elecciones en pos del voto de
confianza.
Durante su corta gestión, debe
mantener el equilibrio de poderes evitando precipitadas decisiones del
congreso.
Así mismo, utilizar los recursos
disponibles que contribuyan a enfrentar la crisis sanitaria y económica que
padecemos.
Nos quedamos con las palabras de
Ricardo Gareca al abordar la situación que afrontamos:
"Los peruanos deben estar más
unidos que nunca. Queremos tranquilidad y paz..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario