El
presidente Francisco Sagasti se sinceró con la ciudadanía a mitad de la semana
que se fue.
Ocurrió
en la lección de conferencia de prensa que dio a su antecesor quien, al parecer, tuvo temor a las preguntas de los
periodistas.
Entre
medidas y restricciones para evitar contagios en las fiestas de fin de año,
habló sobre la vacuna contra el covid-19.
Concluyó
que su adquisición está en pleno proceso y no se sabe cuándo llegará.
Esa
revelación, motivó "disparos" de los reporteros que, sin duda,
buscaban un titular de impacto para abrir primera página.
No lo
consiguieron. Evadió sindicar culpables del retraso en la compra del antivirus.
Ante esta
realidad y un posible rebrote o segunda ola, la responsabilidad recae en cada
uno de nosotros.
Mantener
los protocolos de bioseguridad impartidos desde el comienzo de la pandemia en
el país.
El uso
obligatorio y correcto de la mascarilla, el aseo de manos y la distancia física.
No queda más.
Su
aplicación es simple y de fácil cumplimiento. Sin embargo, por lo observado, es
difícil para algunas personas.
La
muestra está en quienes no se colocan de manera adecuada la máscara. La usan
bajo la nariz o la retiran para hablar.
O aquellos
que suben a las unidades de transporte público sin portar el protector facial.
La
situación es insostenible respecto al distanciamiento social tan sencilla de
cumplir.
Existe
la equivocaba costumbre de juntarse a la persona que antecede en la fila.
Esta actitud carece de sentido. La cola
avanzará según la atención en ventanilla.
Si
somos conscientes del espacio entre las personas, será innecesaria la presencia
de la policía o el ejército.
Sin vacuna
a la vista, solo nos queda ser responsables...
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