Vivimos
los últimos días del 2020. No queda casi nada para tirar al tacho de basura el
calendario que sonriendo recibimos.
Alegría
que se tornó en asombro y miedo por lo que sucedió después.
Jamás
imaginamos que un virus, con nombre extraño que causaba tantas muertes en Asia
y Europa, llegaría a Perú.
Mientras
creíamos que todo ocurría muy lejos, un día cualquiera convivía ya entre
nosotros.
Nuestra
primera reacción fue rara. Correr a las tiendas a comprar papel higiénico.
Buscamos la razón hasta hoy.
Además,
alcohol. Que subió de 7 a 30 soles el litro y esfumó luego. No recupera aún su
precio.
Escenas
dolorosas propias de un film de terror. Personas morían en la puerta de repletos
hospitales.
Sin
camas UCI, ni respiradores artificiales. Familiares trasnochaban en la cola por
un carísimo balón de oxígeno.
Hubo
decesos por miles. Médicos, enfermeras, policías y soldados. Una tragedia.
Para evitar
contagios, el gobierno decretó restricciones y toque de queda, en casos, incumplidos
por la población.
Seguimos
con la mascarilla. Aseamos las manos y tratamos mantener la distancia social.
El covid no se ha ido.
La
política sufrió un tremendo remezón. Tuvimos tres presidentes. También un
congreso lego y populista que ojalá no se repita.
Trujillo
no se quedó atrás. Al cumplir 200 años de su independencia, un fallo judicial nos
dejó sin alcalde.
El
fútbol sintió su propia desgracia. Binacional, campeón peruano, batió récord en
la Libertadores. River le clavó 14 goles en dos duelos. ¡Una vergüenza...!
Y, si
alguien apostaba que Alianza perdía la categoría, fijo que daban la contra.
Con toda
su hinchada, tradición e historia, el equipo blanquiazul animará la Liga 2.
¡El
2020 será un año difícil de olvidar...!
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