El
propósito esencial del gobierno es reivindicar a "los pueblos
olvidados" y el país.
Y,
los medios de comunicación, aunque a algunos no les parezca, tienen una valiosa
función para cumplir ese objetivo.
La
ciudadanía estará así informada de las acciones dictaminadas en su beneficio.
Eso
implica la óptima relación entre quienes guían el país y la prensa. Ocurre en
las naciones libres.
Sin
embargo, desde la juramentación de los ministros, el periodismo afronta dificultades
en su labor.
Como
ciertos actos en que los hombres de prensa son impedidos de obtener declaraciones
del jefe de Estado y funcionarios.
El
mes pasado, personal de seguridad retiró por la fuerza a una reportera que buscaba
una respuesta del presidente.
Ante
el justificado reclamo, el Ejecutivo anunció la adopción de medidas para evitar
que los hechos se repitan.
Pero,
allí quedó. La semana anterior, el premier
protagonizó un incidente con un periodista.
Le
preguntó sobre la denuncia de supuesta violencia verbal contra una congresista.
-- Habla bien, escucha bien. Abre
bien tus oídos que en la Comisión de Ética se va a investigar todo-- fue la traducción al español de sus palabras.
Insatisfecho, insistió. La
respuesta fue:
--
Tienes que lavarte el oído. Porque no escuchas.
Por
más que se resistiera a hablar, no era el lenguaje apropiado de un jefe de
gabinete.
Al
día siguiente, un trabajador de prensa del mandatario jaloneó a una reportera
que intentó entrevistar al gobernante.
Forcejeó
con ella tratando de arrebatarle el micro. Ante el repudio general, alzó las
manos en señal de inocencia,
La
ministra de la Mujer evitó declarar sobre el percance y la de Desarrollo
Social, dijo que el caso no era de su sector, según YPIS.
¡No
más barreras a los periodistas...!
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