Una de las propuestas del
gobierno, a debatir con la debida calma, es el ingreso libre a la universidad.
Será para los estudiantes
con las mejores notas en secundaria, aunque hay que superar algunas barreras.
Como la capacidad para
albergar más alumnos, personal docente y administrativo.
Sin descuidar la ley
universitaria que establece la obligatoriedad del examen.
Hace poco, el titular del
pliego estuvo aquí y el rector de la Universidad Nacional Trujillo ofreció la
institución como centro piloto.
Esto nos hizo evocar el aprieto de los aspirantes a integrar la Casa de Bolívar en la década del
sesenta del siglo anterior.
Era la única universidad
dispuesta a admitir jóvenes del norte y oriente del país.
Existían entonces dos
academias gratuitas de preparación.
La FUR (Frente
Universitario Reformista). del partido aprista, en su tradicional local de
Pizarro.
Y la UNEC (Unión Nacional
de Estudiantes Católicos), en el desaparecido colegio Renacimiento del jirón
Independencia.
Nunca supimos cómo surgió
la costumbre de reforzar las lecciones "chancando" (estudiando) en la
plaza de armas.
Las cálidas noches de
enero y febrero. Alumbrados por la potente luz de cuatro focos de cada poste,
nos reuníamos en esa aula pública.
Provistos de libros,
apuntes y tizas, convertíamos el cemento en inacabable pizarra.
Los rigurosos exámenes
eran por especialidades de ciencias y letras.
El domingo por la tarde,
mediante altavoces colocados en la tercera cuadra de Almagro, se leía el nombre
de los ingresantes.
Al escuchar los postulantes,
que ocupaban pista y veredas, saltaban, gritaban, lloraban y se abrazaban
Al día siguiente, el
diario La Industria publicaba, a página completa, la nómina de los cachimbos
como se llamaba a los nuevos universitarios.
Una historia, casi
olvidada, que quedó impregnada en nosotros. Sus
protagonistas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario