Niños del Jardín Santa Ana en el parque infantil de Mansiche. Justo a la mano derecha de la profesora Olimpia, con el mandil semiabierto, el autor de este blog.
sábado, 1 de enero de 2022
Vacuna fue la palabra del año: ¡Y los niños que corrían a vacunarse para vivir...!
Época de primaverales días. Sin
delincuencia, patrulleros, ni basura en la vía publica.
Al costado del frontis de la iglesia
Santa Ana, el corazón de la ciudad, funcionaba un jardín de la infancia.
Tenía el mismo nombre del templo y el
número 210. Igual que mi casa en la
cuadra dos, de Almagro.
Una mañana, la profesora Olimpia, al
llegar, nos dijo:
-- Niños. Vamos a ir al dispensario
para que los vacunen y no se enfermen. Tómense de las manitos y caminen con cuidado.
Guiados por la dedicada maestra,
acudimos al lugar situado en Ayacucho. Frente al hospital de Belén.
Fue ese día, la primera vez que
escuché la palabra vacuna. Tan repetida en el Perú y la población
hispanohablante.
Como elemento para contrarrestar al
covid. Enfermedad que, hace dos años, diezma el planeta.
La vacuna es, por ahora, la única
protección de la humanidad, pese a lo que se diga.
Tanto se ha pronunciado el término,
que fue denominado como la palabra del 2021.
Calificación otorgada por la Fundación del Español Urgente, la Real
Academia Española y la agencia EFE.
Destacan
que "no solo tiene una gran
presencia en el debate social, político, científico y económico, sino que
atesora interés lingüístico..."
La concepción de vacuna empezó el
siglo XVIII en base al descubrimiento del galeno inglés Edward Jenner.
Comprobó que los infectados por la viruela
de origen vacuno quedaban protegidos ante la viruela humana.
El año que se fue, como millones en el
mundo, acudí tres veces con mi esposa al colegio San Juan para vacunarnos.
Fue imposible evitar el recuerdo de la
inquieta fila de los sonrientes niños del ayer cuando cruzábamos las calles en
pos de la vacuna.
¡Para seguir viviendo...!
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