En los últimos años, los peruanos no tuvimos olfato para
elegir nuestras autoridades.
Denuncias sobre corrupción e ineptitud ocurren en casi todas las esferas de la administración pública.
Los congresistas también tienen lo suyo. Allí está su
escaso porcentaje de aprobación.
En menos de dos años hay inhabilitados, suspendidos e
investigados.
Con algunas
honrosas excepciones, quienes continúan en funciones no dan evidencia de
trabajo eficiente.
Como el proyecto de elevar el número de congresistas de
acuerdo a la población electoral y la reelección de los legisladores.
Según sus defensores, busca garantizar el derecho a
elegir a sus gobernantes, así como una adecuada representación.
Se sustenta en que el número de congresistas debe
establecerse en base a la población electoral.
Al respecto, mencionan que la composición del congreso
actual refleja la voluntad de solo 4 de cada 10 electores.
Por último, que no existen suficientes legisladores para
asegurar que la mayor parte de la población se identifique con ellos.
La
propuesta añade que los parlamentarios pueden ser reelegidos para un nuevo
periodo en forma inmediata.
Pocos
destacan como para volver a verlos en una curul. La mayoría son una decepción. Aunque,
al final, todo está supeditado a los electores.
Eso
si. Es impostergable optimizar los requisitos para ser congresista.
Debemos
resaltar que el apoyo e identificación de la ciudadanía con sus representantes
no depende de la cantidad de integrantes.
Obedece
a su trabajo. Dedicación plena. A quien se rompe por su región y lucha por ella
en el hemiciclo.
A
quienes reconocen y son conscientes que ganan demasiado. Como nadie. Y que
pueden vivir bien con la mitad.
Aceptando
que no fueron elegidos para enriquecerse y renuncian a la pensión vitalicia,
viajes y otras utilidades que les pagamos todos.
Que
son honestos. Que no olvidan sus raíces. Que postularon y están allí para
servir al Perú.
Cuando
demuestren amor a la verdad y la justicia. Por encima del beneficio personal,
pidan elevar el número. de congresistas. Antes. ¡No...!
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