Un hecho sin precedentes en el ambiente periodístico de Trujillo, ocurrió la semana que se fue.
Personal de fiscalización de Defensa Civil de la comuna
local visitó las instalaciones de los diarios La Industria y SATÉLITE.
En un acto, por demás inusual para esta Casa Editora,
trataban de verificar la existencia de ciertos certificados.
Al final se hicieron algunas recomendaciones y nada más.
Sin embargo, por la forma y el momento que vivimos, trascendió
que la medida tendría un sentido mucho más allá de lo imaginado.
Podría interpretarse como una especie de amedrentamiento
debido a las constantes denuncias y críticas al cuestionado trabajo del
alcalde.
Puede entenderse algo así como el precio que debemos
pagar solo por decir la verdad.
En los años que llevamos en el periodismo, que suman ya
varias décadas, jamás se ha presentado una situación de esta naturaleza.
Incluyendo la romántica Era del Plomo. Con la bulliciosa impresora
rotoplana, el linotipo para los textos y el cliché hermano carnal de las fotos.
Gobiernos municipales sucedidos uno tras otro recibieron
similar trato noticioso cuando no hicieron una eficiente gestión y nunca pasó
nada.
Al contrario, existieron alcaldes que, con
hidalguía, reconocieron sus errores y
agradecieron las observaciones de la prensa.
Los archivos depositados en este histórico y mítico
edificio registran las imágenes de burgomaestres dialogando con nuestros
directores.
Como caballeros, que lo demostraron en toda ocasión,
aceptaron que se equivocaron.
Rectificaron el rumbo para satisfacción de la
colectividad trujillana y lo patentizaron con un sincero abrazo de gratitud.
No osaron
amenazar. Ni mucho menos condenar la noble y sagrada misión periodística que
desplegamos.
Sencillamente porque nuestro trabajo se sustenta en la
objetividad, imparcialidad, transparencia y el suceso corroborado.
Casos como el que comentamos no nos atemorizan. Al revés,
constituyen el impulso que estimula seguir adelante.
Informamos en búsqueda del bien común, la seguridad,
tranquilidad y el progreso de trujillanos, liberteños y peruanos.
Ese es nuestro fin supremo. ¡Y nadie, ni nada nos
impedirá cumplirlo...!
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