Uno de los más valiosos atractivos turísticos precolombinos de Perú, aparte de Machu Picchu, son las Líneas de Nasca, en Ica.
Constan de unas 300 figuras de animales y plantas formadas por más de diez mil líneas. Unas de 30 metros de ancho y 9 kilómetros de largo.
La Reserva Arqueológica de las Líneas y Geoglifos de Nasca, fue declarada Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO, en 1993.
El Instituto Nacional de Cultura le fijó una extensión inicial de 5,633.47 km², el 2004.
Surgió luego, una absurda posición indicando que era muy amplia y debía reducirse.
Una reciente resolución viceministerial, del Ministerio de Cultura, disminuyó el 42% del área original y quedó en solo 3,235.94 km².
Fabricio Valencia, titular del ramo, dijo que la modificación se basa en 20 años de estudios y porque su extensión era más grande que Tumbes.
A pesar del entusiasmo que el ministro pregona, existe preocupación por actividades ilegales como la minería informal en la región.
El peligro fue advertido por el propio ministerio en setiembre pasado.
Valencia reconoció, hace poco, que la minería informal opera en la zona. Pero, terco, justificó el recorte. Esto parecería un autoatentado. ¿Por qué…?
El Colegio de Arqueólogos del Perú cuestionó la validez técnica de la resolución, la forma en que fue adoptada y pidió su nulidad.
Sostiene que el recorte patrimonial en Nasca se hizo “sin consulta, con datos incompletos y de forma dictatorial”.
Que la extensión de las Líneas de Nasca sea mayor que un departamento, no es razón para disminuir sus linderos.
Peor, si hay el riesgo que el espacio dejado libre, sea aprovechado por una actividad que es hoy, un dolor de cabeza para el país.
También, genera inquietud que la merma territorial de las líneas, pueda quedar a merced de los invasores.
Un ministerio contra nuestra riqueza turística y cultural. Una actitud inconcebible. ¡Para no creerla …!
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