Hoy lunes 28 de julio, Día de la Independencia, Dina Boluarte pronunciará el último mensaje a la Nación de su gestión.
El próximo año, solo asistirá para entregar la banda a quien le suceda en la difícil tarea de conducir el país.
En un abrir y cerra de ojos, un fallido golpe de Estado el 7 de diciembre del 2022, la colocó presidenta del Perú.
Se convirtió así, en la primera mujer que lograba sentarse en el sillón de palacio de gobierno. Vinieron luego las denuncias.
Los relojes de lujo, las joyas, los waykis, su hermano Nicanor, el cofre, las cirugías y supuesto abandono de cargo y los regalos.
Y la investigación fiscal por los presuntos delitos de lavado de activos y financiamiento prohibido de organizaciones políticas.
Está vinculada a la campaña electoral del 2021. Cuando integró la fórmula presidencial de Perú Libre.
Después de más de dos años y medio, su administración adolece de estrategia para enfrentar la problemática nacional.
Acciones concretas contra la delincuencia. Exigir a las operadoras telefónicas absoluto apoyo para detectar al instante las llamadas.
¿Y si la millonada en aviones de combate y autos de lujo para la Policía, el Ejército y la FAP, se destinaba a seguridad ciudadana...?
La cuestión de la minería ilegal sigue latente.
El sueldo de Boluarte está por las nubes y su aprobación, por los suelos. Choca con la prensa por revelar los yerros del gobierno. Pero, no le da la cara.
Es la ocasión para hacer historia. Marcar la diferencia con lo anterior. Sin embargo, desperdicia esa gran oportunidad.
Con suerte, le queda un año. Si se aleja de Santiváñez y los ministros sobones, tal vez, mejore. Si no, transitará como una, entre tantos…