"Eduquemos a los
niños y no será necesario castigar a los hombres...". El sabio consejo de Pitágoras
Hace
dos días ocurrió un hecho luctuoso en el centro de rehabilitación juvenil de
Trujillo.
Cinco
jóvenes que se encontraban en calidad de internos fallecieron a causa del incendio
producido en uno de los pabellones del establecimiento.
Más de
una docena quedaron heridos y se reponen en dos nosocomios de la ciudad.
El
local estaba acondicionado para albergar a noventa personas. En el momento del
siniestro había más de 180. Grave problema que se repite en similares centros
del país.
Preocupadas
por conocer el estado de salud de sus hijos algunas madres pernoctaron la
primera noche en las inmediaciones del edificio. Comprendemos su desvelo.
Varias
responsabilizaron el gobierno por no brindarles la atención y protección suficiente
a los chicos.
Pero.
¿Se han preguntado....? ¿En qué fallaron ustedes y sus esposos...?
Cuando
se aborda el tema de la delincuencia en el Perú, entre otras causas, los expertos, analistas y políticos,
sostienen que los detenidos proceden de familias disfuncionales o mal
constituidas. Y allí se quedan. No van más allá.
Son aquellas
que carecen de estabilidad, los hijos tienen diferentes padres y, en casi todos
los casos, es notoria la ausencia de autoridad y de valores.
Todo
ello, aunado a la falta de comunicación, afecto y confianza, deriva en los problemas
conyugales y la violencia familiar.
La
situación se agrava en circunstancias que la familia es numerosa y los ingresos
reducidos.
Si la
célula fundamental de la sociedad tiene estas falencias. ¿Qué se puede esperar
de ella...?
Allí
radica la obligación que tiene el Estado de orientar de manera integral a los
escolares desde los primeros años de estudios.
A la
par de impartir conocimientos y desarrollar capacidades y actitudes, hacerles
comprender que el grupo familiar debe construirse solo por los hijos que los
padres puedan mantener.
Y, a las parejas que van a contraer matrimonio, el compromiso que asumen al formar una familia y la responsabilidad de ser padres.
Enseñarles
a sus pequeños con el ejemplo. A diferenciar el bien del mal. Inculcarles la consideración a los
demás, la práctica de los valores y el significado de la dignidad.
Solo
así colocaremos sólidas bases de nuevas generaciones. Mucho
más conscientes, preparadas, reflexivas y honestas.
Con
conceptos claros y definidos que el trabajo dignifica al hombre y que el respeto
a la propiedad ajena es sagrado.
Recién
entonces estaremos aplicando las sabias enseñanzas del matemático y filósofo
griego Pitágoras que hace 2,500 años nos aconsejó:
"Eduquemos a los niños y no será
necesario castigar a los hombres..."
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