lunes, 12 de febrero de 2018

Cueva: ¡Merecido jalón de orejas...!

Guerrero y Cueva con la bicolor. Paolo reprendió a Christian por su irresponsabilidad con el Sao Paulo. Muy bien.

          Alguien tenía que hacerlo. Y fue Paolo Guerrero, el capitán de la selección peruana.

          Christian Cueva acaba de superar tensas semanas con su club Sao Paulo debido, exclusivamente, a su indisciplina.

          Tras el triunfo por dos a cero frente a Nueva Zelanda que dio a Perú el pase a Rusia 2018, el volante nacional llegó a Brasil retrasado. Se le perdonó.

           Sin embargo, volvió a lo mismo. Luego del descanso por navidad y año nuevo, repitió esa negativa conducta.

           Seis injustificados días de tardanza, lo arrinconaron en el banco de suplentes. En algunos partidos ni siquiera fue convocado.

           En un momento, su permanencia en la institución carioca estuvo en peligro. Incluso se llegó a hablar de transferirlo.

           Durante esos días críticos, Cueva fue calificado de irresponsable.

          Felizmente, las aguas se calmaron. Regreso al titularato. Anotó un gol de penal y terminó pidiendo perdón a la hinchada.

          Christian acaba de revelar al portal Globo Sporte que Paolo Guerrero lo contactó desde Argentina para tratar sobre el caso y hacerlo reflexionar.

          "Me insultó mucho. Primero me llamó para calmarme y para que pensara en las cosas. Hablé casi 45 minutos con él y realmente me sirvió esa charla...", sostuvo.

           Muy bien. Se lo merecía. Cueva debe reconocer que es un profesional y debe actuar como tal. Para eso le pagan.

          Así que no debe quejarse por que un buen amigo lo busca para llamarle la atención a causa de su mal proceder.

          Cueva dice que le sirvió el consejo. Ojalá que así sea. Porque en el deporte como el cualquier actividad de la vida, debemos ser responsables.

          Un futbolista es ídolo en la cancha y fuera de ella. Y eso se demuestra con un proceder correcto y ejemplar.

           Esperamos que el jugador liberteño haya aprendido la lección. Porque, de verdad. ¡Vale el jalón de orejas...!

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