miércoles, 15 de agosto de 2018

Ningún alcalde lo hizo: ¡Los paraderos fijos...!

Pasajeros subiendo a un micro al empezar la cuadra. Una de las consecuencias debido a la ausencia de paraderos en Trujillo.


          Las elecciones municipales y regionales están en las puertas. Con ese motivo, a partir de hoy, Prensa Virtual Trujillo publicará una serie de artículos.

          Estarán vinculados a serios problemas que arrastra Trujillo desde el siglo pasado y que ningún alcalde atendió de manera satisfactoria.

          Son requerimientos urgentes que, a pesar del reclamo ciudadano, no fueron acogidos, ni solucionados con la firmeza que todos quisiéramos.

          Empezamos. Establecer paraderos oficiales para el transporte público. Tal como existen en las grandes ciudades del mundo.

          El aumento vegetativo de la población y el consecuente incremento del parque automotor han convertido las áreas periféricas en un loquerío.

          Todo esto era previsible. Los paraderos fijos debieron proyectarse desde la gestión edil de José Murgia. Pero, no se hizo nada.

          César Acuña creó una oficina especial. Una OPD con presupuesto y movilidad propia, que adelantó un proyecto. Incluyó parte de un plan de rutas.

          A cuatro meses de culminar su administración, Elidio Espinoza jamás se ha referido a ese ambicioso programa.

          Lo que sí emergió. Y, con inusitada fuerza, fue el recaudo electrónico de pasajes, que podría estimarse al final. Nunca antes.

          Camine y observe los puntos convergentes de la avenida España. Allí donde circulan los vehículos que llevan y traen a los distritos cercanos.

          El espectáculo es caótico. Deprimente. Por no decir primitivo.

          Aquel impresionante cuello de botella que se forma en la cuadra 25. Frente al Club de Tiro, es para llorar.

          Mientras la gente hace esfuerzos por subir al bus, adelante se estaciona una combi y baja el cobrador gritando su ruta. Una escena extraída de la selva virgen e incrustada en la ciudad.

          En eso, entran los colectiveros que, con sus unidades vacías, ocupan la vía y no se mueven. Esperan pasajeros.

          Ni la policía, que aparece por unos instantes, puede contra tanto alboroto. ¿El cobro electrónico acabará con esto...?  Por supuesto que no.

          En agosto del 2012, se anunciaron más de cien paraderos en lugares estratégicos de Trujillo. Los espacios fueron separados.

          Lo que apareció luego fueron estructuras metálicas con asiento solo para cuatro personas que terminaron en paneles publicitarios. ¿Qué pasó...?

          Seis años después, el problema subsiste. Con la diferencia que ahora es más grave debido al incremento demográfico. Hay más demanda.

          Y allí están las madres con sus bebés. Los niños y adultos topándose entre sí. Sorteando  vehículos. Cruzando uno o dos carriles para subir a su micro.

          Los ciudadanos votamos por un alcalde. Pero olvidamos que él y los regidores nunca usan una combi. Desconocen lo que se sufre viajando en ellas.

          Aprovechando el desorden, los pilotos hacen lo que se les antoja.

          Las unidades no paran en las esquinas, como ocurría en Trujillo hace más de 50 años, sino en cualquier sitio.

          ¡Increíble..! En lugar de avanzar, hemos retrocedido.

          Ninguna autoridad municipal se identificó con el asunto. Nadie asumió el problema como suyo. Ni intentó darle solución.

          Quien sea elegido en octubre. ¿Creará los paraderos obligatorios que es un clamor ciudadano o seguirá el caos...? Esa es la gran incógnita.

          Porque, hasta ahora. ¡Ningún alcalde lo hizo...!

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