Pasajeros subiendo a un micro al empezar la cuadra. Una de las consecuencias debido a la ausencia de paraderos en Trujillo.
Las elecciones municipales y regionales están en las
puertas. Con ese motivo, a partir de hoy, Prensa Virtual Trujillo publicará una
serie de artículos.
Estarán
vinculados a serios problemas que arrastra Trujillo desde el siglo pasado y que
ningún alcalde atendió de manera satisfactoria.
Son
requerimientos urgentes que, a pesar del reclamo ciudadano, no fueron acogidos,
ni solucionados con la firmeza que todos quisiéramos.
Empezamos.
Establecer paraderos oficiales para el transporte público. Tal como existen en
las grandes ciudades del mundo.
El
aumento vegetativo de la población y el consecuente incremento del parque
automotor han convertido las áreas periféricas en un loquerío.
Todo esto
era previsible. Los paraderos fijos debieron proyectarse desde la gestión edil
de José Murgia. Pero, no se hizo nada.
César
Acuña creó una oficina especial. Una OPD con presupuesto y movilidad propia,
que adelantó un proyecto. Incluyó parte de un plan de rutas.
A
cuatro meses de culminar su administración, Elidio Espinoza jamás se ha referido
a ese ambicioso programa.
Lo que
sí emergió. Y, con inusitada fuerza, fue el recaudo electrónico de pasajes, que
podría estimarse al final. Nunca antes.
Camine
y observe los puntos convergentes de la avenida España. Allí donde circulan los
vehículos que llevan y traen a los distritos cercanos.
El
espectáculo es caótico. Deprimente. Por no decir primitivo.
Aquel impresionante
cuello de botella que se forma en la cuadra 25. Frente al Club de Tiro, es para
llorar.
Mientras
la gente hace esfuerzos por subir al bus, adelante se estaciona una combi y baja
el cobrador gritando su ruta. Una escena extraída de la selva virgen e incrustada
en la ciudad.
En eso,
entran los colectiveros que, con sus unidades vacías, ocupan la vía y no se
mueven. Esperan pasajeros.
Ni la
policía, que aparece por unos instantes, puede contra tanto alboroto. ¿El cobro
electrónico acabará con esto...? Por
supuesto que no.
En
agosto del 2012, se anunciaron más de cien paraderos en lugares estratégicos de
Trujillo. Los espacios fueron separados.
Lo que
apareció luego fueron estructuras metálicas con asiento solo para cuatro
personas que terminaron en paneles publicitarios. ¿Qué pasó...?
Seis
años después, el problema subsiste. Con la diferencia que ahora es más grave debido
al incremento demográfico. Hay más demanda.
Y allí
están las madres con sus bebés. Los niños y adultos topándose entre sí.
Sorteando vehículos. Cruzando uno o dos
carriles para subir a su micro.
Los
ciudadanos votamos por un alcalde. Pero olvidamos que él y los regidores nunca
usan una combi. Desconocen lo que se sufre viajando en ellas.
Aprovechando
el desorden, los pilotos hacen lo que se les antoja.
Las unidades
no paran en las esquinas, como ocurría en Trujillo hace más de 50 años, sino en
cualquier sitio.
¡Increíble..!
En lugar de avanzar, hemos retrocedido.
Ninguna
autoridad municipal se identificó con el asunto. Nadie asumió el problema como suyo. Ni
intentó darle solución.
Quien sea
elegido en octubre. ¿Creará los paraderos obligatorios que es un clamor
ciudadano o seguirá el caos...? Esa es la gran incógnita.
Porque,
hasta ahora. ¡Ningún alcalde lo hizo...!
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