Plaza de Armas de Trujillo completamente inundada a causa de los huaicos del 2017. Casi tres años después, estamos tan vulnerables como entonces. (Perú 21).
Marzo
del 2017 fue un mes trágico para Trujillo. Aguas originadas en intensas lluvias
inundaron la ciudad.
La
quebrada de San Ildefonso no pudo soportarlas. Abrió sus aborígenes defensas de
par en par y las dejó pasar.
Cruzaron
El Porvenir. Discurrieron por calles y avenidas, la Plaza de Armas y llegaron
hasta Víctor Larco.
Siete
veces se repitió el dramático episodio. Sucedió lo mismo con las quebradas de San
Carlos y El León. Los destrozos fueron cuantiosos.
Para
prevenir futuros desbordes causados por la furia de la naturaleza, el gobierno
creó un organismo de reconstrucción .
Expertos
en la materia recomendaron elaborar un sistema integral para contener el flujo
de rocas y lodo.
Entre
otras, la derivación lateral del barranco, levantar muros de contención e
instalar drenes para captar las aguas pluviales.
Transcurridos
casi tres años, especialistas del Instituto Geológico comprobaron que no se avanzó
nada.
Al
contrario, constataron que la zona de desembalse está obstruida por desmontes y
basura arrojada por inescrupulosos.
Ante
esa pavorosa realidad, autoridades municipales expresaron que solo queda asumir
acciones de protección de las viviendas.
Adelantaron
que, como la anterior vez, debemos recurrir al uso de bolsas de arena a lo
largo de la fatídica "ruta del agua".
Es
decir, volver a lo de antes. Rogando que, en caso que las lluvias sean torrenciales,
no causen peores daños.
Preocupa
que, existiendo presupuesto para proyectos y ejecución de obras, estemos en
cero. Salvo la eventual descolmatación de ríos.
Hace
pocos días se rechazó un estudio por estar mal elaborado. Carecemos de personal idóneo en las áreas
básicas.
Por
eso se explica la insistencia de la Contraloría en convocar profesionales
competentes en el gobierno regional y municipios.
En
ciertos casos, las preferencias políticas adquieren preeminencia.
Sea
una u otra la razón. El verano próximo, ante la posibilidad de un nuevo fenómeno
del Niño Costero, estamos más desprotegidos que nunca...
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