Es
increíble la forma cómo transcurre el tiempo. Se nos va como el agua o la arena
entre los dedos.
Se
vive. Pasa. Y no vuelve. Así llega y se irá el 2020 que sorprende a los
trujillanos con dudas, inquietudes y muchos deseos.
Anhelamos
una ciudad ordenada, tranquila y segura. Con choferes sin estrés. Libres de prisas
y tardanzas.
A la
par. Semáforos que concedan varios segundos a los transeúntes. Sin necias e
impacientes bocinas.
Buses
masivos de transporte público. Basta de combis. Las autoridades deben subir
para sentir el suplicio de viajar en ellas.
¿Y los paraderos reclamados desde el siglo
pasado...? ¿Por qué no se instalan...? ¿No hay capacidad...?
También,
veredas sin huecos y pistas sin baches. Con cebras o líneas peatonales.
De
paso. Aplicar la ordenanza de zona rígida al centro histórico convertido en
cochera gratuita. Sinónimo de congestión vehicular.
Todas,
parte de las promesas incumplidas de un alcalde acosado por la justicia que lo
distrae del obligado trabajo edilicio.
Después
de dos agrios años perdidos, exigimos iniciar las obras en las quebradas que
coronan Trujillo para evitar inundaciones.
Respecto
a los comicios del 26 de enero. Mucha
concentración al momento de votar. No más congresistas enjuiciados.
A los
elegidos. Trabajar por el Perú. Supriman los excesivos favores económicos, asesores,
seguridad, celulares y más.
No
teman reducir al mínimo la ciudadela parapetada dentro del congreso. Más de
3,000 trabajadores es un escándalo.
Legislen
imponiendo topes a la homologación y aumento de sueldo a los altos funcionarios
públicos por respeto a los más pobres.
Ansiamos
un presidente estratega. Líder. Con programas efectivos de gobierno. Alejado de
inútiles inauguraciones y sin denuncias.
Afanoso
en incentivar la inversión nacional y externa para promover el empleo y ocupación
en todos los niveles.
Si
logramos la mayoría de estos deseos, al final diremos que fueron 366 provechosos
días... ¡Feliz año 2020...!