La Industria, vicedecano de la prensa nacional, celebra 125 años de fundación este domingo 8.
Siglo más un cuarto de centuria. Ocasión peculiar para recordar un tiempo que me tocó vivir en sus entrañas
Mi
padre, Juan Gálvez Arce, trabajaba allí cuando, desde muy niño, empecé a
visitar el tradicional local de Gamarra.
Conocí
así el taller donde los tipógrafos seleccionaban minúsculas piezas para formar
las palabras.
El
desafío consistía en completar las páginas del periódico, con fotos en cliché,
para imprimirlo en la rotoplana.
Esa
labor quedó atrás a mediados del siglo pasado por el empeño del doctor Vicente
Cerro Cebrián y la adquisición de linotipos.
Las
modernas máquinas permitieron unir letras en lingotes de una, dos y tres
columnas.
Ingresé
al diario durante la dirección de Daniel Gordillo Jara y Héctor Alva Centurión,
como jefe de redacción.
Un lapicero
y una hoja de papel nos acompañaban.
Con
suma rapidez debíamos anotar las declaraciones. Sin opción a repetición por
temor a hacer el ridículo.
Ni en
sueños existía grabadora o internet. Ya, en la redacción, nos esperaba la
nostálgica máquina de escribir.
A un
costado, reposaba por ratos el 2080. Negro y magullado teléfono fijo de disco.
Pese a
las limitaciones, cumplimos a cabalidad.
Después
se incorporó la flamante rotativa y el offset integral. Como los grandes
diarios del orbe. Ese día, hubo fiesta en La Industria.
Integré
las filas de Satélite dirigido por Lorenzo Kcomt Kooseng y retorné al alma
mater.
Eduardo
Lizárraga Villegas era entonces director. Continuaron Grimaldo Luna Victoria,
Julio Lázaro Villacorta y Guillermo Miranda Pulido.
Una inolvidable
generación de periodistas que batalló, dejó huella y sentó bases para el futuro.
¡Feliz
aniversario, La Industria…!
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