El offset integral incorporó las máquinas Macintosh manipuladas por digitadoras. Todas mujeres.
Año 1964. Sala de redacción de La Industria. Figuran: Freddy Gálvez Delgado, Jorge Zavaleta Alegre, Félix Álvarez Sánchez, Héctor Alva Centurión, Guillermo Diestra, Óscar Álvarez Sánchez. Mario Vigo Portella y Luis Ríos Miranda. (Foto: Augusto Baba Shimada).
(Aquí, el artículo completo que, por razones
de espacio, no fue incluido en su totalidad
en la edición aniversario de hoy
del diario "La Industria")
"Los
recuerdos y el pasado, contrario a lo que
se puede
considerar, marcan la naturaleza
del
quehacer periodístico y el sentido
moral del
oficio del reportero..."
(Germán Ortiz)
El
diario LA INDUSTRIA, vicedecano de la prensa nacional, ha experimentado diversos
cambios a través del devenir histórico.
Innovadores.
Todos, sin excepción. Y, como siempre, orientados a ofrecer a sus lectores la
excelencia de su producción periodística y presentación gráfica.
Dos
de los más trascendentales, tal vez, me permitieron vivir y sentirlos en carne
propia por ser uno de sus redactores. (Con la anticipada disculpa por
personificar la descripción de estos sucesos).
La
última página del calendario de 1963 estaba por arrancarse de raíz cuando, sin
disimular los nervios, ingresé a su sala de redacción enmarcada en el primer
piso del legendario edificio de Gamarra.
Era
todavía un inquieto alumno de la facultad de Letras y Educación de la Universidad
Nacional de Trujillo, en su añeja construcción de la esquina Almagro e
Independencia. A cuadra y media de mi casa y dos, y algo más, de LA INDUSTRIA.
Entusiastas
colaboraciones, rubricadas con mi nombre, acreditaron la carta de recomendación
a Daniel Gordillo Jara, el director, para decidir alistarme en las filas de
élite del periódico.
El
exigente, estricto y puntual, a la par de ocurrente y ameno, Héctor Alva
Centurión, fue mi primer jefe de redacción.
No
hubo mayor sorpresa de parte de los colegas. Me conocían. Había sido antes
corrector de pruebas de taller.
Y.
años atrás, "ayudante" de mi padre Juan Gálvez Arce, quien fue jefe
de talleres y, en ese momento, linotipista y reportero gráfico del diario. A
lado de Augusto Baba Shimada, Orlando Sánchez Castro y Virgilio Sagástegui
Alva.
EL
MUNDO DE LA TIPOGRAFÍA
Fui
un privilegiado en el acontecer del periódico. Desde muy niño recorrí sus
instalaciones y conocí a sus protagonistas, aprovechando que estudié cerca. Primaria
en la escuela 280, Enrique Guimaraes y secunaria en el colegio San Juan, que
funcionaban en las cuadras cinco y seis de Independencia.
El
pretexto de la propina me permitió observar la laboriosa tarea de estructurar
cada una de las páginas mediante el antiguo sistema tipográfico.
Extensos
textos de la época debían reescribirse y titularse juntando letra por letra en
minúsculos tipos móviles de metal.
Estaban
coleccionados en taburetes y ordenados por números, según su tamaño. Se
identificaban como puntos y fuentes o clase de letra. Términos que, de manera
increíble, continúan vigentes en el sistema digital de hoy.
Una
jornada agotadora y tediosa. Pero, era lo único que existía. Similar al utilizado en todas las publicaciones del mundo.
Contra lo que podría imaginarse, los tipógrafos cumplían la faena con asombrosa
velocidad.
Las
fotografías tenían un tratamiento especial. Debían ser impregnadas en una placa
de zinc llamada cliché. Una ruidosa rotoplana cerraba la fase culminante de
impresión.
LA
ERA DEL PLOMO
De
la mano con el despertar de la década del sesenta, empezó el primer gran despegue
de LA INDUSTRIA. La empresa editora adquirió el primer linotipo.
La
máquina constaba de un teclado que, al ser pulsado, accionaba las matrices con
letras, números y signos, formando frases en una sola línea o lingote de plomo
fundido equivalente a una, dos o tres columnas.
El
trabajo en talleres se aceleró. La rapidez se tradujo en ahorro de tiempo.
fundamental y decisivo en un diario y mano de obra. Pronto se adquirieron dos
linotipos adicionales.
Una
pareja de ellos se exhibe a los costados de la puerta principal del diario,
tras cruzar el patio y superar las gradas. Constituyen el mudo testigo de un
tiempo que se escurrió. Como el agua entre los dedos..
Cada
vez que he tenido la oportunidad de estar frente a un linotipo, al instante retorna
a mi mente la escena de mi padre. Sentado allí. Con el aparato en pleno
movimiento. Concentrado en la mínima acción. Preocupado por la eficiencia de su
desempeño.
EL
OFFSET INTEGRAL
A
pesar de los logros obtenidos, persistían algunas limitaciones. La antigua
rotoplana retrasaba lo avanzado. Surgieron dificultades en la producción de
volúmenes de mayor tiraje.
Fue
el momento en que el embajador Vicente Cerro Cebrián, propietario de la
empresa, como el gran visionario que fue durante toda su existencia, dispuso
embarcarse en traer la última creación tecnológica. Incorporar el sistema Offset
Integral.
El
primer semestre de 1967, la determinación quedó confirmada. Y, ya no hubo
marcha atrás.
-- Es una necesidad para LA INDUSTRIA y no
cejaré hasta conseguirlo --llegó a
comentar don Vicente ante el comandante Alfonso Burga Tello.
LOS
PASOS PREVIOS
El
proyecto empezó a tomar cuerpo con la capacitación del personal de las distintas
áreas quienes viajaron a Uruguay para recibir instrucciones de la empresa Color
de Montevideo.
Los
colegas Lorenzo Kcomt Kooseng y Félix Álvarez Sánchez, de la redacción y Jorge
Correa Palacios, de talleres, fueron seleccionados para adiestrarse.
De
manera simultánea, agotaron los contactos para la compra de una rotativa de
estreno que ubicaría a LA INDUSTRIA al nivel de los periódicos importantes del
mundo.
A
mediados de año, la flamante impresora American News, de varios cuerpos,
reposaba en cajas de distinto tamaño en el patio principal.
Correspondió
a los técnicos uruguayos Olivera y los hermanos Descalzi, la delicada labor de
desembalaje e instalación definitiva.
ANÉCDOTA
DE LA "EDICION CERO"
Coincidiendo
con el Día del Periodista, el 1 de octubre de 1967, ,en medio de una gran
expectativa, en tiempo récord se lanzó la "Edición Cero", que
serviría para ultimar detalles. La impresión resultó impecable.
Además
de las últimas noticias del día, se publicaron imágenes, a full color, del
brindis y agasajo ofrecido por la empresa a las autoridades y personalidades de
la ciudad en nuestro local.
A
la misma hora, los directivos de La Gaceta, el diario de la competencia,
realizaban una celebración en el restaurante Morillas de Buenos Aires.
Nunca
se supo a quién se le ocurrió enviar varios ejemplares de la espectacular
tirada para ser distribuidos a los asistentes a la cita.
Entre
incómodo y sorprendido, su propietario Javier Ortiz de Zevallos, solo atinó a
pronunciar:
-- Leer LA INDUSTRIA en una reunión de La Gaceta, es una muestra
de la democracia que existe en el
periodismo liberteño...
Finalmente,
con todos los honores, el 16 de octubre de 1967 LA INDUSTRIA luciendo una
impresión intachable en el sistema Offset Integral, irrumpió en el consenso
periodístico nacional.
MEJOR
EN TODO
A
partir de entonces, todo fue diferente. Destacó la limpieza de los textos, la
nitidez de la trama en las fotografías y la precisión de los colores, combinados
en una sola pasada. Antes, se requerían tres.
La
transformación modificó el original formato del diario. Aquel que mantuvo
durante años. Fue necesario reducir el número de columnas y redistribuir las
secciones.
Mejoró
en alto porcentaje la calidad de la publicación. Facilitó la impresión en gran
escala. Ahorro en tiempo e inversión. Aumento del tiraje y la consolidación
como pionero del periodismo local y regional.
CAMBIOS
EN LA REDACCIÓN
La
renovación alcanzó también a la sala de
redacción. Álvarez retornó de Uruguay
como todo un experto en diagramación periodística y Kcomt, antes jefe de
la página de provincias, con capacidad para conducir un periódico.
Nosotros
continuamos con las máquinas de escribir. Sin embargo, tuvimos que abandonar
las carillas de antaño para reemplazarlas por papel milimetrado.
Su
uso era obligatorio, pues permitía establecer los renglones del texto en la página
del diario. El offset exigió a los diagramadores a medir la extensión de los artículos contando
el número de palabras. Un anticipo al word del ordenador.
En
síntesis, la diagramación fue matemática. Las noticias, fotos y publicidad
debían ser alineadas con exactitud milimétrica
en el espacio disponible de cada página.
Aparecieron
términos inéditos. Jamás escuchados en absoluto. Interlineado, puntos y picas,
tuvieron que ser incorporados al nuevo léxico de periodistas y operarios.
Nuestro
horario de trabajo fue más rígido. Era indispensable entregar el material con mayor prontitud para evitar acumularlo en
las unidades previas a la impresión.
En
talleres se instalaron equipos Macintosh, accionados solo por damas, que
estaban encargadas de convertir los textos en cintas perforadas.
LA
INDUSTRIA se convirtió así en el primer
diario del Perú en emplear el Offset Integral que desplazó de un plumazo y para
siempre, procedimientos y máquinas como la tipografía, la rotoplana, los clichés
y, más tarde, los linotipos.
NACE SATÉLITE
Las
bondades del Offset Integral superaron las expectativas. Por la velocidad en el
proceso de composición e impresión, la rotativa
quedaba la mayor parte del día sin ser utilizada dejando abierta la
posibilidad de algún uso adicional.
Por feliz
coincidencia, el país vivía el boom de los periódicos de la tarde publicados en Lima y distribuidos en las
ciudades más importantes.
A pesar
de la novedad, adolecían de una seria deficiencia. Casi todas sus informaciones
eran referidas a la capital o estaban desfasadas. No abordaban los sucesos de
provincias.
Don
Vicente Cerro analizó la situación, solicitó más de un estudio de factibilidad,
contrastó los resultados y tomó una importante decisión. Editar un vespertino.
Escogió
un nombre de impacto. El mismo embajador propuso SATÉLITE, a propósito de la
nave tripulada enviada por Estados Unidos en esos días a la Luna.
Algunos
reporteros de LA INDUSTRIA trabajaron la Edición Cero y todo quedó listo para
el 16 de julio de 1969. Fallas en el fluido eléctrico impidieron la salida. Se
publicó al día siguiente.
Desde entonces,
hasta la actualidad, LA INDUSTRIA y SATÉLITE conservan su comprobada
preeminencia en el periodismo local y regional.
Por
circunstancias que solo el destino es capaz de explicar y mi irrefrenable
pasión por el periodismo, tuve la satisfacción y el orgullo de ser redactor en
estos dos pilares de la prensa liberteña y nacional.
Pepe
Hidalgo Jiménez, el eficiente y siempre cordial director de SATÉLITE, contactó
conmigo para esta nota. ¿Cómo poder decirte no, mi estimado Pepe...? ¿Cómo...?
Si en LA
INDUSTRIA aprendí a escribir a máquina, allí me hice periodista y, al calor de
sus acogedores ambientes, conocí a mi esposa, la linda mujer de raíces orientales de
toda mi vida...