Desplegaba sus ilusionados brazos la penúltima década del siglo anterior, cuando una entusiasta jovencita ingresó a la redacción de La Industria.
Graduada
en periodismo, traslucía aún el juvenil frenesí de la Promoción 1974 Catalina
Labouré del colegio Hermanos Blanco, Belén.
La
acompañaba Grimaldo Luna Victoria, el director, quien expresó:
-- Bien muchachos, les presento a Clara
Claros Aguilar. A partir de hoy, es su nueva compañera.
-- ¡Hola, buenos días...! --nos saludó,
mientras esbozaba una nerviosa sonrisa y encaminaba hacia su escritorio.
Era la cuarta
colega que se incorporaba a la plana de redactores del vicedecano de la prensa
nacional.
La
primera fue Sussy García Quiroz. Siguió Dina Yépez Cerna. Después Karyna de
Orbegoso Montoya.
Completaba
así lo que se denominó el Cuarteto de Oro
de la empresa editora de Gamarra.
Nunca
antes, el sexo femenino había puesto su cuota de esfuerzo en la faena
periodística del diario.
Clarita
encajó a la perfección. Se adaptó a las exigencias. Como las demás chicas, responsable
y cumplidora.
Germinó
pronto una sana amistad con los varones. Era una de las más alegres y bromistas
del grupo.
Hasta
su nombre y apellido parecían conjugarse en una sugestiva y graciosa
combinación de armoniosos sonidos.
La sala
de redacción de La Industria de esa época, era diferente a las oficinas que todos
conocemos.
Mientras
unos escribían, otros conversaban, hablaban por teléfono o iban de un lugar a
otro. Ellas, nos ayudaron a ordenarnos.
En
aquel entonces, los periodistas de La Industria éramos mucho más reporteros.
Moldeamos una hermandad.
Y se
mantiene incólume pese al tiempo transcurrido.
Clarita,
una de sus integrantes, nos dijo adiós hace unos días.
¡Nuestro
homenaje eterno a una leal amiga y periodista de corazón...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario