sábado, 5 de marzo de 2022

El nefasto sentido de la guerra: ¡Y una breve explicación con unos versos...!

     El resultado de las guerras es destrucción, muerte y dolor. Mucho dolor. (Redes).


          "Dime" es una, casi olvidada, balada de José Luis Perales que escuchamos en los ochenta.

          Gusta porque plantea una serie de interrogantes que hasta ahora no encuentran respuesta. Lean unos versos:

          "Dime. ¿Por qué la gente no sonríe...?. ¿Por qué las armas en las manos...?. ¿Por qué las bombas radiactivas...?. ¿Por qué los viejos olvidados...?".

          La rescatamos de las tinieblas a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania desatada hace unos días.

          Y, nos impulsó a preguntarnos. ¿Cuál es el origen de las guerras...?.

          Entre otras, irrumpieron tres palabras. La codicia humana.

          Puesta de manifiesto por ciertos gobernantes, autoridades o personas comunes y corrientes.

          Quienes actúan en función del irrefrenable deseo de poseer riquezas, bienes materiales, estatus o poder.

          La avaricia vehemente conduce, en ocasiones, a cometer actos dolosos o de corrupción.

          Y, sin el menor escrúpulo, manchan el apellido que, entre sonrisas, les otorgaron sus padres. En lugar de darle brillo.

          Para los codiciosos no basta el don supremo de la vida, la vitalidad de la salud, el valor del trabajo, ni la tranquilidad en el hogar.

          Olvidan que la existencia del ser humano es solo un suspiro en la eternidad.

          Que aparecemos y nos despedimos de la Tierra tal como hemos venido. ¡Desnudos...!

          No nos llevamos ni un céntimo en el "traje de madera", como lo llama Sabina. Peor aún. la llave del auto del año. "Nada trajiste y nada te llevarás...".

          Tratemos de ser sinceros, dignos y honestos. Con nosotros mismos y los demás.

          "No hagas a otro, lo que no quieres que te hagan..."

          Y, como aconseja la letra de "Desiderata": "Seamos cautos. Esforcémonos por ser felices..."    

          La canción del inicio termina así:

"Dímelo Dios. Quiero saber. ¿Dónde se encuentra toda la verdad...?".

"Aunque queda alguien que, tal vez, lo sabrá... ¡Pero, yo... No...!"

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