Soy trujillano, como miles de coterráneos. Con la diferencia de haber nacido muy cerquita a la Plaza de Armas.
Durante
muchos veranos hubo lluvias torrenciales. Padecimos con el Fenómeno del Niño y
su "amiga", la Niña.
Pero,
jamás se habló, como ahora, de un ciclón sobre nuestras cabezas y casas.
El Senamhi catalogó al Yaku como "muy inusual", "de características tropicales”. Que se
formó en el Pacífico Sur a fines de febrero.
La potencia de su descomunal descarga
fue Ecuador y el norte del Perú.
Incluyéndonos por completo.
Este
verano empezó siendo el más caluroso de los últimos años. En Trujillo solo llovió
una vez en enero.
Autoridades visitaban las quebradas de San
Carlos, El León (No dormido) y San Ildefonso. Decían que ·todo estaba normal".
Hasta
que llegó el fatídico viernes 10. Después de las 6 de la tarde. Cayó de súbito. Muy fuerte. Duró más de una
hora.
Antes de las 8, arrancó nuevamente. Ya con inusitada intensidad. Eran baldazos de agua
que caían sin cesar.
No
paró hasta pasada la medianoche. Entre la angustia y el pánico, hubo dos
apagones.
Las
calles de las urbanizaciones que bordean la avenida América se convirtieron en riachuelos.
Había inundado viviendas en distritos cercanos.
La
corriente siguió su curso por el centro cívico y enrumbó hacia Víctor Larco,
causando graves daños.
Resultado.
Fallecidos. Miles de damnificados. Hogares inhabitables. Averías en conexiones
eléctricas y restricciones en el abastecimiento de agua.
Y, como
siempre, aparecieron los especuladores que elevaron el precio de bidón. ¡Detestable...!
No estuvimos preparados. Ni la Autoridad para la Reconstrucción que fracasó, según la Contraloría.
El río
Moche se desbordó sin recibir el agua de las quebradas. Mejor sería levantar
represas para futuros regadíos.
Urgente
es trazar canaletas en la ciudad. Prohibir construir casas en las riberas, quebradas
y profundizar al máximo los cauces.
Y el
eterno pedido. ¡Ojalá se planifique y trabaje con honestidad para que la
desgracia no se repita...!
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