Columna inaugural de "El Hit del Momento".
Verano
de 1964. Llevaba unos días trabajando como redactor en el diario La Industria
de Trujillo. El más importante de la región.
Cursaba
estudios en la facultad de Educación de la Universidad Nacional de Trujillo. Varias
colaboraciones previas, acreditaron mi ingreso al periódico.
La
década del sesenta marcó la explosión del ritmo juvenil con el rock and roll y
el rock lento. Primigenio nombre de la romántica balada. La del embeleso.
Aquella que arrebata suspiros al corazón.
Era
una singular y novedosa tonalidad, que revolucionó el gusto musical y se identificó como la Nueva Ola.
Cara
opuesta al mambo, el chachachá, la guaracha, el merengue, el bolero, el
pasodoble, el tango y otras cadencias de la época.
Para
colmar la preferencia de los mayores
vendían cancioneros. Pequeños folletos con la letra de las canciones populares.
Nunca incluyeron baladas.
Afectivo,
como los muchachos de esa edad, desde secundaria me di tiempo para escuchar los
programas radiales de discos.
Y, de paso, escribir a mano los versos de las
baladas que más me gustaban. Luego , con mi ronca voz, las tarareaba caminando por
las calles solitarias para no asustar a los que circulaban cerca.
Completé
un archivo de canciones pensando siempre que podía ordenarlas mucho mejor. La
idea estaba allí.
Una
mañana de los últimos días de enero, decidí conversar con el director del
diario, Daniel Gordillo Jara, para trasmitirle lo que tenía en mente.
Con respeto, lo saludé y le solicité
permiso durante unos minutos para dialogar. Accedió con su conocida amabilidad.
--
Don Daniel –le dije,
bajando el tono para evitar alterarlo-- además
de las informaciones, farmacias de turno y la cartelera cinematográfica, La
Industria no tiene nada para la juventud.
--Y ¿Qué crees que podemos ofrecerle...?
-- ¿Qué le parece si publicamos una sección especial
con la letra de las canciones de actualidad. Aquellas que les gustan a los
jóvenes...?
--
Mira Freddy
--respondió con el ceño adusto-- La
Industria es un periódico serio. Nunca ha editado nada semejante a lo que tú
propones.
Sentí
que sus palabras me aplastaban. Cayeron como un baldazo de agua helada. No sé
que cara puse. Quizá mi semblante lo conmovió, pues continuó:
-- Espera. Déjame conversar uno de
estos días con el embajador Vicente Cerro Cebrián (el propietario de la empresa), para conocer su opinión.
Le agradecí. Me retiré y lo dejé en sus manos. Con la
certeza que, en lo sucesivo, no volvería a tratar más sobre el asunto.
Poco
más de una semana, al cruzar delante de la puerta de su oficina. El paso
obligado. Aquel de la entrada a la izquierda, el director me llamó:
--
Freddy, Ven un instante.
--
Señor Gordillo, buenos días.
-- Hola Freddy. Tengo una buena
noticia para ti. Toma asiento.
-- ¿Si...? ¿De qué se trata...?
-- Le conté al doctor Cerro Cebrián
sobre tu inquietud y está de acuerdo con la propuesta. Pero, pidió que la
escribas con mucha mesura y respeto.
-- ¡Caramba...! ¡Qué bien...! No se
preocupe, señor Gordillo. Así será. ¡Muchas gracias...! --contesté
entusiasmado.
-- Ahora debes escoger un día de la
semana y comprometerte a que así se publique siempre.
Me disponía a retirar cuando, una vez más, me retuvo.
-- Freddy. No olvides que esa
columna es aparte de tus comisiones. Las que te señala Héctor Alva Centurión (el jefe de redacción), todos los días.
-- Por supuesto. Lo sé. Pierda
cuidado.
Volví a agradecerle y, contento, abandoné el recinto.
Con
el visto bueno verbal, al regresar a casa, lo primero que hice fue acudir a mi garabateado
cuaderno de canciones para seleccionar la letra de la melodía del debut.
Y,
el martes 11 de febrero de 1964, en la dimensión tipográfica de dos columnas, irrumpió por primera vez en la
historia del periodismo regional, la sección juvenil "El Hit del Momento", con el nombre del responsable: Por Freddy.
Tras
una breve presentación, la columna adjuntó la letra íntegra de "Celia",
popular versión que todos entonaban y los detalles de su autor e intérpretes,
con Leo Dan a la cabeza, incluyendo el sello discográfico.
Desde
su aparición, se convirtió en una publicación puntual. Nunca dejó de salir cada
martes. Tuvo excepcional acogida en un sector hasta entonces olvidado entre la
lectoría: los jóvenes.
Surgió
un nuevo motivo para recibir llamadas al 2080. Memorable teléfono de disco de
la sala de redacción de La Industria. Procedían de lectores solicitando la
canción de su preferencia. Algo que nunca ocurrió antes.
Voces
de jovencitas hacían sugerencias. Alegres, contaban que estaban juntando su
propia colección con los recortes periodísticos. Las comunicaciones terminaban
por interrumpir mi trabajo. Era parte del reto y tuve que acostumbrarme.
Muchos
adquirían La Industria y luego de enterarse de las noticias del día, iban en
busca de la columna para no perderse la letra de sus temas favoritos. Surgieron
seguidores convertidos, en la práctica, en potenciales suscriptores del diario.
Más
tarde, de las dos columnas iniciales aumentó a tres y hasta cuatro. Para
matizar y hacerla más amena, añadí fotos y frases célebres.
A
mediados de la década del 70, ingresé a las filas de SATÉLITE, a solicitud del
“Chino” Lorenzo Kcomt Kooseng. Y, "El
Hit del Momento" llegó conmigo..
Con
Felipe Apaza Amador, en sus páginas continué con las ediciones siguientes del recordado
Festival Internacional de la Canción de Trujillo, organizado por el Club de
Leones.
Páginas centrales de SATÉLITE del 29 de setiembre de 1978 sobre la XIII edición del Festival de la Canción de Trujillo, escritas por el autor.
El
director aprovechó para sugerirme escribir otra columna dedicada exclusivamente
a espectáculos con el seudónimo de Cronos, que en ciertas oportunidades utilicé
para identificar algunos artículos o entrevistas.
En
ese tiempo el movimiento discográfico alcanzó su máximo apogeo. Prensaban
discos de vinilo. Simples de 45 revoluciones, con dos canciones y long plays,
de 33, con 12 o 14 melodías.
Como
en el resto del mundo, la música se convirtió en la atracción de la gente. En
Trujillo existían numerosos establecimientos dedicados a su comercialización.
Las
emisoras tenían programas especializados en emitir los temas de moda, Elaboraban
rankings semanales. Igual sucedía en Lima y todo el país.
El
ambiente de efervescencia musical adquirió tal dimensión que se formó en
Trujillo la filial de la Cadena de Comentaristas de Discos del Perú
(Cacodispe).
La
institución reunió a los discjockeys o conductores de espacios radiales
dedicados a difundir los éxitos discográficos. Sin solicitarlo, fui incorporado
entre sus miembros.
A fines de los 70, regresé a La Industria. Atareado
cada vez más por los compromisos profesionales en la docencia, se me tornaba
difícil la tarea de buscar y seleccionar los hits musicales. Peor aún, escribir
la letra o conocer el título de la
versión.
La
forma de conseguir las canciones para El Hit era original. Como no tenía ningún
contacto con las empresas de discos de Lima y las grabadoras no existían, solo
me quedó prestar mucha atención o pegar el oído al aparato receptor.
Procedía
enseguida a copiar con la mayor rapidez posible y esperar que la repitan para
completar o confirmar la parte que no pude capturar en el primer intento.
Como
las versiones estaban de moda, se escuchaban con frecuencia y, además, me gustaban, cumplía con gusto esa
tarea que podría convertirse en un martirio para cualquiera.
Ciertas
noches, mientras preparaba mis lecciones, escuchaba emisoras extranjeras, que
nunca supe cómo se llamaban. Solían estrenar baladas. Muchas, desconocidas en
el Perú.
Así
capté y publiqué varias melodías. En ese afán, nació una graciosa anécdota.
Sucedió con la versión de Pandora “Cómo te va mi amor”. Yo no sabía el título y
me arriesgué colocarlo porque era la frase que más se repetía.
Ese
tema no sonaba aún en Perú. Me arriesgué. Asegurando que “cuando lo escuchen
será del gusto mayoritario…”. Acerté. Tres meses después, comenzaron a pasarlo
en las emisoras locales. Terminó convertido en un éxito.
No
tuve la misma suerte con una linda balada de José Luis Perales que arranca con
el suave sonido de violines. Le colgué el título de “El cimiento de mi hogar”,
porque era el verso reiterativo. Me equivoqué. Más tarde, me enteré que su
nombre era "Tentación".
De
esa manera, casi empírica, edité en ese espacio los versos de las melodías
interpretadas por los más consagrados
baladistas latinos de las décadas del 60, 70 y 80 que se escuchan hasta hoy.
El
prestigio de “El Hit” superó las fronteras de la región. En los 80, Alfredo Kato, destacado crítico
especializados en espectáculos, se refirió a la columna en el Suplemento
Dominical del diario El Comercio, de Lima.
Destacó su vigencia y la reconoció con
elocuentes términos como "pionera entre las secciones del mundo
discográfico en el periodismo nacional".
Evocación al "Hit" en SATÉLITE. Hace una década
Ahora
todo ha cambiado. Los acetatos y las consolas pasaron de moda. Reposan como piezas
de museo.
Sin
embargo, quedó el registro del día que, por primera vez en el devenir del
diarismo trujillano, se comenzó a publicar la letra de las canciones que
coparon la simpatía de las multitudes.
Una
sugestiva aventura periodística que nos hizo ingresar, sin proponernos, al
ambiente del espectáculo. Faceta muy distinta a la información diaria y al
comentario. Pero, igual de apasionante.
Es
esa la historia de “El Hit del Momento”. La columna de los éxitos musicales. Que se hizo popular. Constituyó una innovación
en el periodismo nacional. Tuvo muchos años de vigencia. Rompió esquemas y una
tradición en el centenario diario La Industria.
Hoy,
11 de febrero, se celebran seis fascinantes décadas de ese gratificante suceso
en los albores del prolongado trajinar que me correspondió vivir en el
periodismo.
Para
un periodista, fechas como esta tienen, tal vez, más valor que el propio
cumpleaños
Por
eso, con la anuencia del entrañable Pepe Hidalgo Jiménez, consideré oportuno evocarla.
Sin lograr siquiera disimular la nostalgia...