Era aún niño cuando Trujillo limitaba con la avenida España al oeste y norte, la calle Unión al este, el barrio Chicago y el óvalo Grau al sur.
La
Esperanza, Florencia de Mora y El Porvenir, recién nacían.
Los
robos eran escasos. No habían crímenes.
Ni patrulleros. La comisaría de Ayacucho bastaba. Y, de sobra.
La
gente vivía feliz. Cada semana, programaban fútbol en el Mansiche. Con solo dos
tribunas: sombra y sol. Hoy, occidente y oriente.
Se
divertía en bailes sociales organizados por algún club y los cumpleaños. Iban
al parque o salas cinematográficas.
El Municipal
en la calle Bolívar, Popular en Ayacucho, Pueblo en Junín, Libertad en Carrión
y Chimú en la plazuela Gonzales Prada.
Inauguraron
después Trujillo y Venus, en la avenida Perú. Sagitario en Vallejo e Ideal y
Primavera en Orbegoso.
Cambió
de nombre el Popular por Ayacucho.
Las
décadas del 50 al 80 fueron de esplendor para actores y películas.
Funciones
diarias eran matiné, vermouth y noche. La demanda amplió matinal y medianoche.
El
público formaba largas colas para ver las cintas de estreno.
La
entrada variaba según la localidad. Platea, mezzanine o cazuela.
A
fines de los 80, con la aparición del VHS, las películas podían verse en casa.
Comenzó el declive de las salas de cine.
Algunas
fueron convertidas en centros bíblicos, comerciales o almacenes. El Pueblo, fue
borrado del mapa.
Como
reliquias, quedan, el Municipal y Chimú para actos culturales y el Ayacucho que
conserva su nombre en la fachada
Siendo
adolescente, el Popular estrenaba el film "Y Dios creó a la mujer",
con la hermosa actriz Brigitte Bardot.
El
más alto de los amigos de Diego de Almagro logró comprar los boletos. Solo faltaba
entrar. Un policía lo impidió. No teníamos 21 años.
Cabizbajos,
tristes y decepcionados, retornamos a casa.
Esa
noche, dormimos con la ilusión de soñar siquiera con la mujer más bonita del
cine que lucía su belleza en el écran del local que hoy está en venta...
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