Querido y hasta idolatrado por simpatizantes. Aborrecido por opositores. El último jueves, falleció el expresidente Alberto Fujirori.
El implacable cáncer lo abatió, a los 86 años
de edad, en la casa de su hija y heredera política, Keiko.
Indultado,
había recobrado su libertad hace algunos meses.
Para
unos, vigorizó el decreciente derrotero del Perú. Según otros, fue dictador y
genocida. La historia lo juzgará.
Lo
evidente es que reinsertó la economía en el consenso internacional, aplastó al
terrorismo y logró la paz definitiva con Ecuador.
También, el éxito del operativo militar Chavín de Huántar
que rescató 72 rehenes de manos del MRTA en la residencia del embajador
japonés, en Lima.
Lejos
de lo que se sabe, hay un sugestivo matiz sobre él, a quien la gente de su
época acostumbro identificarlo como "chino".
Incluso
en la campaña para su segunda reelección,
se popularizo una canción que, con alegría y salero, coreaba el estribillo
"chino, chino, chino".
En
realidad, su verdadera ascendencia fue japonesa. No china.
Otro ignorado
aspecto de su vida, se refiere al apellidó. En Japón, la mayoría, tiene un
equivalente específico.
Por
tradición, son extraídos de las raíces propias del idioma. Cada uno posee un particular
significado. Como en el caso del exmandatario.
.Su
apellido lo forman las sílabas Fuji y mori. "Mori", del lenguaje
común japonés, es bosque en español y "Fuji" , sinónimo de riqueza o
abundancia.
El
monte Fuji, con 3,776 metros de altitud, ubicado entre las prefecturas de
Yamanashi y Shizuoka, es el pico más elevado y símbolo de Japón.
"Nunca es tarde para aprender, porque
la vida nunca termina de enseñar". El deceso de Fujimori, nos dio una
prueba más de ello.
.. La
partida del ex líder, deja dos grupos de peruanos divergentes. Ojalá que el postrero
adiós, contribuya a aplacar el odio...
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