sábado, 28 de septiembre de 2024

Multa a los que tocan claxon por gusto: ¡Malos conductores enferman a los trujillanos hace décadas...!

La contaminación sonora en Trujillo debe frenarse aplicando multas.          


            Es hora punta en el centro histórico de Trujillo. Con la consecuente congestión vehicular.

            Los autos están detenidos respetando la luz roja del semáforo. Transcurren unos segundos y cambia a verde.

            Empiezan a circular los primeros y, por una pésima costumbre, los últimos de la larga hilera oprimen el claxon. Cero de nota.

            Peatones están parados al filo de la calzada esperando el momento para cruzar porque no hay semáforo.

            Aparece un taxi buscando clientes. Disminuye la velocidad y toca bocina con insistencia. Aunque nadie hizo la señal para abordarlo. Otro cero.

            Es una noche tranquila. Cerca, se escucha estacionarse un vehículo y el dueño suena el claxon.

            ¿Qué pasa...? Preguntan los vecinos. Resulta que alguien llegó a buscar a una amistad y hace bulla para llamarla. ¡Jalado...!

            Y qué decir del bus interprovincial o trailer a cuyo conductor se le antoja tocar su pito y hace saltar a las personas desprevenidas.

            Son solo unas muestras del indebido uso de la bocina en Trujillo y alrededores por malos pilotos y motociclistas.

            La contaminación sonora, pese al grave daño para la salud, se arrastra desde el siglo pasado y ninguna autoridad tuvo la firmeza de erradicarla.

            Se actualizó por el monitoreo de ruido ambiental en la ciudad realizado por el Segat con motivo del el Día Sin Auto.

            Fue ejecutado en cinco puntos claves del centro, utilizando equipos especiales para evaluar los niveles.

            Las cifras oscilaron entre 65.7 y 76.20 decibeles. Superiores al estándar nacional que establece un límite de 50 decibeles en áreas urbanas.

            Para frenar la caótica situación, el municipio anuncia campañas que no tienen  el efecto deseado y pronto se olvidan.

            Conociendo nuestra idiosincrasia, la única manera de ordenar Trujillo y proteger la salud de sus habitantes es ser inflexibles.

            ¡Apliquen multas y adiós al problema...!

 

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