En
el cierre de la primera fase de las eliminatorias al Mundial del 2026, nos
correspondió jugar con el bicampeón mundial Uruguay.
Los
charrúas son potencia futbolística. Luchan en el grupo de arriba. Perú más
colero que nunca. Solito, al último.
Después
de mucho tiempo, hubo asientos vacíos en las tribunas del Nacional.
Parte
de la hinchada, golpeada por los problemas del país., quiso evitarse una mortificación
más y no acudió.
Pero,
vimos lo contrario a los partidos anteriores. La bicolor salió a la cancha con
otra mentalidad. Ganas de tratar bien al balón y pelearlo.
Se
plantó firme en la defensa y el medio campo. Acosó la valla adversaria y anuló a
las estrellas celestes con habilidad y corazón.
Y.
cuando parecía que el duelo quedaría emparejado. Lo que no serviría de nada, llegó el tanto del triunfo.
El
estadio explotó y cada familia hizo lo propio en su hogar. Era la primera
victoria en lo que va de las clasificatorias.
Brasil
es el siguiente desafío. Hay que seguir igual. Decididos. Sin perder la
mística.
El
gol de Araujo, tras certero centro de Quispe, a poco de finalizar el cotejo, se gritó con mucha fuerza. Porque nos
devuelve la vida.
Resultó
un impulsivo estallido. Un rugido reprimido. Sonó tanto, que ojalá el cielo lo
escuche...
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