Los más sonados alborotos del Congreso actual, empezaron con "Los Niños".
Son legisladores denonimados
de esa manera durante el gobierno de Castillo, supuestamente, por cambiar votos
por obras.
Siguieron
"Los mocasueldo". Más de una docena de congresistas denunciados por
arrebatar parte del sueldo a sus asesores.
Repitieron
lo que, casi dos décadas atrás, hizo un legislador sentenciado a más de veinte
años de prisión por el mismo delito.
Tanto
"Los Niños", como "Los Mochasueldo", tienen abiertos
procesos fiscales. La comisión de Ética no los toca, por un indigno compañerismo.
A
ellos, se añaden otros por diferentes actos reñidos con la conducta de un
representante de la ciudadanía.
Y,
cuando se pensaba que, con eso teníamos suficiente para avergonzarnos, ocurrió
el asesinato de una extrabajadora del Congreso.
Realizadas
las primeras investigaciones, estalló la presunción de una red de prostitución
en el sagrado recinto del hemiciclo.
El
escándado desbordó las fronteras del país. Fue noticia a nivel mundial. Se
consideró como una acción insólita, inmoral e inconcebible.
Expertos estiman que es la punta del hilo de
una gran madeja. Funcionarios y extrabajadores son ahora investigados por la
Fiscalía.
El
delicado caso incentiva a que nadie reconozca
personas, recuerde hechos, ni refresque circunstancias.
Lo
último salió el fin de semana. El Congreso emitió una directiva que establece un código de
vestimenta obligatorio para sus trabajadores.,
El
reglamento prohíbe el uso de minifaldas y otras prendas consideradas
inapropiadas como jeans, zapatillas y shorts.
La norma
emana en un ambiente que ha concentrado la atención por las presuntas
irregularidades en la contratación de personal.
Analistas
opinan que orden y cordura deben identificar al Legislativo.
Otros,
dicen que la disposición es para reprimir
las tentaciones e impedir que los congresistas
continúen zozobrando en el pecado...
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