Primer día del desborde de la quebrada de San Idelfonso en la intersección de la avenida América Norte y Valcárcel.
La
furia de la naturaleza, representada por lluvias y huaicos, azotaba la sierra
central, el sur y el norte del país.
Por
una extraña circunstancia, los pobladores de Trujillo y La Libertad éramos
simples espectadores. Nada nos afectaba.
Solo
hasta la semana pasada que una torrencial precipitación, que nos mojó a todos,
causó serios daños. Fue el inicio de la desgracia.
El
siguiente día, la quebrada San Idelfonso, a causa de las intensas lluvias en la
sierra del interior, rompió su barrera natural
Recorrió
por lo siempre fue su lecho original, ingresó al centro histórico por tres
ramales, pasó por San Andrés y llegó hasta Víctor Larco.
Ya caída la noche, dos personas cruzando la avenida 9 de Octubre.
Las
actividades, incluyendo el transporte, fueron interrumpidas. La trágica escena
del año 1998 volvió a la memoria de manera inconsciente.
Con
la ciudad empolvada, vino una aparente tregua. Pero volvió a repetirse. Esta
vez, con la rotura de las quebradas del León y San Carlos.
Los
destrozos aumentaron y las pérdidas materiales, hasta el momento, son
incalculables. Quedó una secuela de angustia y desolación.
La
tarea ahora es proporcionar la ayuda necesaria a las familias que perdieron sus
viviendas, enseres y quedaron sin nada.
Colocando bolsas de Arena en el jirón Mauricio Simons para impedir que el agua ingrese a la zona.
¿Qué
pasó...? Una de las causas fue la falta de planificación urbana y ordenamiento
territorial para evitar construir viviendas en el cauce de los ríos.
Lo
inconcebible fue no capitalizar el impacto de hace veinte años y, peor aún, no
ejecutar obras de canalización en las vertientes de las quebradas.
En
países desarrollados, es obligatorio dejar libres las áreas ribereñas donde se
construyen campos deportivos y parques recreacionales.
A
unos cien o más metros de distancia, en ambos flancos, se levantan muros
protectores de varios metros de altura, tan anchos que sirven como carreteras.
De
ocurrir un desborde, lo único que podría ocasionar el agua es invadir las áreas verdes, quedando embalsada
en esa amplitud lateral.
La
vida y la propiedad humana tienen sumo valor, Por eso las casas se construyen
en lugares seguros y sobre terrenos firmes. Las invasiones no existen.
Las
calles de las ciudades cuentan con canaletas a ambos costados de la pista y
cumplen una vital función de drenaje en casos de lluvias.
Poseen
sus propios colectores de evacuación pluvial, independientes del sistema de
desagüe para impedir que colapsen en situaciones imprevistas.
Consideramos
que serán estas las preocupaciones primordiales de las autoridades tan pronto
sean superados los difíciles momentos que vivimos.
Vale
destacar la solidaridad de los trujillanos que se unieron para colocar bolsas
de arena en puntos críticos para proteger sus viviendas.
Igualmente,
la contribución de algunas empresas, instituciones y familias que brindaron el apoyo correspondiente a los
damnificados.
Mientras
el gobierno alardea que tiene dinero para la reconstrucción, esperamos que
alcance y sea utilizado con prontitud y transparencia.
La
naturaleza nos ha demostrado su poder. ¡Cuidado...! que tiene actividad
cíclica. Debemos estar preparados para el próximo y los años siguientes.
Incidamos
con responsabilidad en una cultura de prevención. Aprendamos la lección para
que esta tragedia nunca más se repita...
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