
La innecesaria publicidad estatal es el gasto que más duele a los peruanos.
Durante
las últimas semanas, el gobierno ha desatado una inusitada campaña destinada a
dar a conoce diversos aspectos.
Las
evidencias están a la vista. Empezó anunciando que la delincuencia disminuirá
porque pronto saldrán a las calles diez mil policías.
Luego
difundió una breve historia, con sus protagonistas, que revela un diálogo sobre
la violencia femenina.
Cuando
los padres de familia ya habían matriculado a sus hijos, surgió una mencionando
una web para encontrar el colegio más cercano a casa.
Se
añade la que recordaba a los apoderados la gratuidad de la educación primaria y
secundaria. Lo que no es ninguna novedad.
Otra
más, invocando a las madres a preparar la lonchera y ayudar a los pequeños en
las tareas escolares.
Tampoco
pasa desapercibido el aviso donde el mismo Pablo Kuczynski exige que todo
contrato incluya la cláusula anticorrupción.
Y
justo el flamante documento para la construcción del aeropuerto de Chinchero carece
del referido acápite.
A
todas ellas se incorpora la propaganda vinculada al sistema de recompensas para
delatar delincuentes.
Quizá
sea esta la más importante. Pero, sin tanto detalle de autos de lujo o casas de
juego. Debería reducirse a una pastilla con el número telefónico.
Que
un gobierno promocione sus obras es saludable. Lo inaceptable es que se exagere
y divulgue algo común. Que todos observan o conocen.
Por
ejemplo, sobre los policías. Por qué decirlo ahora. Cuando nadie los encuentra
por ninguna parte.
El
momento que realmente salgan a las calles y las gente los vea trabajando por la
seguridad, ni siquiera habrá necesidad de publicitarlos.
¿De
qué sirve la web sobre la escuela cercana si los padres escogen el plantel que
desean aunque esté ubicado al otro extremo de la ciudad...?
O
recordarles que la educación es gratuita cuando siempre tienen que pagar por
los servicios, pues el dinero que otorga el estado es insuficiente.
Respecto
a la lonchera y las tareas. Más barato salía entregar a los padres un listado con
esas indicaciones en la matrícula.
La
casi innecesaria promoción estatal a la que hacemos alusión, se reduce a recientes jornadas.
Es
del caso mencionar que, en los primeros cien días de ejercicio de Kuczynski, un
semanario capitalino hizo una grave denuncia.
Señaló
en aquella oportunidad que el gasto de esa índole ascendió a cuarentaisiete
millones de soles. Una cantidad considerable.
Sus
opositores aprovecharon la circunstancia para manifestar que se hizo "para
revertir la caída de la imagen del presidente y ocultar sus errores".
Hasta
ahora se recuerdan frases suyas como: "¿A quién le importa el
contrabando...?" o "Se pueden ir comprando congresistas..."
Con
posterioridad, el mandatario pasó una difícil situación en defensa del ministro
de Educación y un asesor de salud. Ambos, ahora fuera del cargo.
Es
importante partir de la premisa que la mejor propaganda de un gobierno son sus
obras.
La
publicidad debe ser mesurada y reducirse a casos especiales. Aparte de guardar
relación con la realidad. Con aquello que la gente percibe.
El
reclamo ciudadano es justo. Su costo es muy elevado. En algunos casos se paga
en dólares. Y, cuando el dinero es de todos los peruanos, duele más...
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