El presidente Kuczynski no logrado cumplir con sus promesas en vísperas de cumplir su primer año de gobierno.
Dentro de unos cuantos días, Pablo
Kuczynski cumplirá su primer año en la presidencia del Perú.
Evocamos los momentos iniciales de
este primer período gubernamental que debe durar media década.
Aquellos de los torpes pasos de baile,
del fallido sentido del humor inglés que pocos entendían y la forzada sesión
gimnástica con sus ministros.
Era la época del entusiasmo ciudadano
por las promesas, la lógica expectativa popular ansiosa de tiempos mejores y de
los triunfales aplausos.
El optimismo era tal, que la flamante
gestión empezó con un nivel de aprobación superior al obtenido por Toledo y
Humala.
La ilusión duró muy poco por distintas
razones. Dos de ellas, ajenas a la esencia propia del Estado. El Caso Lavajato
y el fenómeno del Niño.
Otras, generadas en las mismas
entrañas del gobierno, como el problema del asesor de Salud, que hasta ahora se
desconoce en qué quedó.
Siguió la persistencia de mantener en
el cargo al ministro de Educación que venía del gobierno anterior. Al final,
fue censurado por el congreso.
Parecía que las aguas se calmaban,
cuando apareció el escandaloso caso de la construcción de aeropuerto de
Chinchero.
Lesivo a los intereses del país en
todos sus acápites, el trato tuvo que cerrarse motivando la pérdida de crédito
al gobierno.
Aquí apareció la figura del Contralor
disparando a discreción con denuncias y recibiendo
una andanada de acusaciones por nada santos actos suyos.
Consecuencia inmediata fue la renuncia
del vicepresidente a la cartera de ministro de Transportes y Comunicaciones que
también ejercía.
Luego de numerosas idas y venidas.
Empujones, resistencias y prolongadas sesiones en el parlamento, el titular de
Economía tuvo que partir.
Las serias controversias y el cierre
del contrato de Chinchero, motivó que algunos congresistas calificaran al
gobierno bajo la sombra de lobbista.
Este panorama de desaciertos está
salpicado con las declaraciones vertidas por el presidente en distintas
entrevistas brindadas a la prensa extranjera.
Estando en España, al ser abordado por
periodistas del diario El País, manifestó su interés de “jalarse algunos
congresistas “fujimoristas...”.
Otra. A la revista brasileña Veja expresó:
"Si el congreso, dominado por los partidarios de Fujimori, decide que este
tipo de condenado deba cumplir la sentencia en casa, yo firmaré esa ley...".
La última, la acaba de dar hace solo
unos días a la publicación inglesa The Economist: "El tiempo de perdonar a
Fujimori se acerca...".
El asunto es que, desde hace varias
semanas, el tema del único expresidente encarcelado, dejó de ser tratado
incluso por sus propios partidarios.
Y, el mismo mandatario había
manifestado con anterioridad que la situación de Fujimori estaba en manos del
poder Judicial.
Como era de suponer, sus hijos fueron
los primeros en inundar los medios y las redes sociales para agradecer el gesto
presidencial.
Por su parte, en lo que se está convirtiendo
una costumbre, el premier y nuevo ministro de Economía apareció para aclarar
que "el indulto no está en agenda".
Esperamos que, después del mensaje a
la nación de fiestas patrias, la serenidad retorne y se trabaje de verdad por
el desarrollo del país...
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