martes, 26 de septiembre de 2017

La historia del niño “pavo” del Mansiche

Página 8 de la revista del Círculo de Periodistas de Trujillo, editada con ocasión del XV Congreso Nacional de Periodistas Deportivos del Perú, que se realizará el viernes 29 y sábado 30 en nuestra ciudad.

          Nació en Trujillo en la primera mitad de siglo pasado. Vivía a tres cuadras del estadio Mansiche, el más importante escenario deportivo de la ciudad.

          Como todos los niños de su edad, luego de cumplir con las tareas escolares y del hogar, pasaba los ratos libres corriendo detrás de una pelota de trapo en la esquina de su casa.

          Los chicos del barrio supieron pronto que los domingos se jugaban los partidos de primera división de la Liga de Fútbol en el estadio y que, minutos antes de terminar el encuentro de fondo, dejaban entrar a la gente.

          Fue suficiente. Acordaron acudir. Desde las tres de la tarde, cada fin de semana, merodeaban las inmediaciones del ambiente futbolístico escuchando desde afuera los gritos de gol que exclamaban los aficionados.

          Faltando media hora para culminar la contienda se acercaban al portón metálico principal junto a otras personas mayores que también esperaban ser los primeros en ingresar.

          Abiertas las puertas de par en par, los chiquitines subían la escalinata corriendo. No querían perderse ningún instante del juego, mientras desde las tribunas algunos hinchas les gritaban:

          -- ¡Pavos (*)...! ¡Pavos...! ¡Paguen su entrada...!      

          Pero, no se ofuscaban. No hacían caso a las ofensas, ni sentían un ápice de vergüenza. Lo importante era acomodarse en las graderías y concentrarse en lo que faltaba del encuentro.

          El espectáculo adquiría mayor relevancia cuando, en ese corto tiempo, se convertían goles y los entusiasmados pequeños celebraban con el resto de aficionados.

          En esa época, los duelos se disputaban con un balón de  badana cosido a base de paños, blader inflable en el interior y amarrado con tiras.

          Participaban equipos tradicionales, unos ya desaparecidos, como Sport Rambler, Unión Laredo, San Lorenzo de Almagro, Defensor Taller, Carlos Tenaud, Alfonso Ugarte, Atlético Trujillano, Lolo Fernández y Sanjuanista.

          Algunas figuras estelares, por su popularidad y destreza con el balón, eran entre otros “Pilón” Chávez, “Can Can” Quiñe, “Pajarada” Pesantes y “La Gata” Morales.

          El Mansiche solo contaba con las plataformas de occidente y oriente. El espacio de las tribunas norte y sur lucía vacío. El moderno marcador electrónico de hoy no existía ni en sueños.

          En su lugar había un mástil de unos diez metros de altura, cruzado por otro más corto en la parte superior, de donde colgaban por los costados dos delgadas soguillas.

          Cada una de ellas se utilizaba para flamear banderitas triangulares del color de la camiseta del equipo que anotaba un gol. Si encajaban cinco, era el "Vale".

          Entonces bajaban las cuatro anteriores, elevándose en su lugar una más grande que tenía ese significado. Si metían un sexto tanto iba otra sobre la anterior y así sucesivamente.

          Años más tarde, uno de esos chicos traviesos que ingresaba los domingos de "pavo" al estadio Mansiche, se convirtió en periodista del diario La Industria de Trujillo.

          En sus inicios, como ocurre con muchos noveles hombres de prensa, para foguearlo y adquirir experiencia, le encomendaron escribir notas locales, policiales y deportivas.

          Para cumplir sus comisiones, el primer quinquenio de la década del sesenta fue incorporado al Círculo de Periodistas Deportivos del Perú, filial Trujillo, al cual pertenece hasta la actualidad.

          Reuniendo de sobra los requisitos exigidos, el colega Segundo Ortiz Bocanegra, uno de los preclaros past presidentes del gremio, lo animó a formar parte de la institución.

          Ahora, cada vez que acude al Mansiche, con sus torres de iluminación artificial y tribunas flanqueadas por los cuatro costados, recuerda con añoranza las vivencias de su minoría de edad.

          Esos felices domingos de antaño cuando, a lado de sus amiguitos, entraba casi al final de los partidos de la liga local para verlos sin pagar.

          Como periodista deportivo, solo presenta su carné del Círculo para acceder y ejecutar su labor. No por curiosidad o para distraerse como lo hacía de chiquillo.         

          Su tarea es hacer el análisis, la valoración y el juicio de cada actividad deportiva para publicarlo en el vespertino Satélite, el blog Prensa Virtual Trujillo ll y trasmitirlo en el informativo radial matutino Réplica.

           Aquella lejana y etérea imagen del angelical niño "pavo" del Mansiche, forma parte imborrable en la vida del cronista deportivo.

          El protagonista de esa tierna e inocente historia infantil, era yo...

 (*) “Pavo”: Denominación popular dada en Perú a quienes entran a ver los partidos de fútbol en la segundilla.

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