Gladys Tejeda ganó el oro. La mayoría de deportistas nacionales intervino en los Panamericanos en medio de una pavorosa
orfandad económica. (América).
orfandad económica. (América).
Extraemos para el análisis dos aspectos sustanciales, entre
muchos, de los hace poco concluidos Panamericanos Lima 2019.
Primero, el instinto natural de gestos, ademanes y
actitudes de los triunfadores. Los exitosos peruanos ganadores de las medallas
de oro.
Esa manifiesta, comprensible y particular explosión de
elevar con energía los brazos al cielo en señal de victoria.
Seguida de una involuntaria, incontenible y sincera descarga
propia del ser humano. El llanto.
La mayoría de quienes alcanzaron la gloria por su
dedicación, esfuerzo, y denodado sacrificio, prorrumpieron en sollozos.
Lágrimas que simbolizan el objetivo alcanzado. La meta
cumplida. El sueño hecho realidad. Haber tocado la felicidad.
¿Puede
haber algo más valioso que aquello…? ¡Imposible…!
Al
otro lado. Aquel que no se vio en la competencia. El desamparo económico del
gran porcentaje de los deportistas nacionales.
Además
de la ineludible preparación atlética de su parte, es indispensable la
necesidad de dinero. Todo cuesta.
Salvo
el apoyo de unas cuantas personas altruistas, nuestros representantes
estuvieron desatendidos en este rubro.
Cumpliendo
con las marcas mínimas exigidas y las ansias de participar, tuvieron que asumir
los gastos por cuenta propia.
Poco
o nada les otorgó el gobierno. Peor aún, el sector privado.
Los poderosos
inversionistas que, con excelente criterio, colocan millones de soles en
deportes de masas, esta vez no aparecieron.
Tampoco
las firmas que invierten a diario gran cantidad de capital en la televisión para
impulsar insulsos juegos juveniles.
Encauzan
publicidad en espacios que exhiben muchachos de músculos falsos y chismes de
infieles parejas que nada aportan.
Espectáculos
que, en ciertos casos, desvirtúan el real sentido de la vida y el esparcimiento
por la mentira y la banalidad.
Que
los triunfos de nuestros campeones sirvan para remover conciencias. Mirar a los
nuevos ídolos y a quienes siguen sus pasos.
El
ejemplo que dejaron. Sus lágrimas. Los aplausos y las sonrisas que nos
arrancaron, exigen involucrar el entorno financiero…
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