No golpeen al caído: ¡Una suerte de morir a pausas...!

Aunque sea para sonreír por un instante, los jubilados esperan cada mes con entusiasmo  su miserable pensión. (El Men).

          Los cesantes y jubilados públicos integran el sector más olvidado por todos los gobernantes del Perú.

          "El señor de las fiestas patronales y las inauguraciones", no es la excepción.

          A pesar de ser profesionales, ocupan uno de los últimos lugares en la escala de remuneraciones del país.

          Su retribución mensual no significa nada comparada con ministros, congresistas y el mismo presidente.

          Y qué mencionar a los ejecutivos del BCR,  jueces y fiscales de alto rango. El gobierno ha sido magnánimo con ellos.

          Tanto. Que, como muchos funcionarios, gozan de doble sueldo en navidad y fiestas patrias.

          Diferente a los maestros que se rompieron el alma en las aulas y hoy, pese a su avanzada edad, superviven con migajas.

          Para los profesores no hay dos sueldos. Basta con 300 soles. Que no servirá para la canasta, el pavo, panetón, ni chocolate.

          Será para comprar medicinas. Porque, siendo mayores de 70 años, no padecen una, sino varias enfermedades.

          Ahí no termina todo. Encima de sus arrugadas, huesudas y carcomidas espaldas, cargan una leyenda negra. Trágica.

          Al comienzo, por concepto de Fonahpu, reciben 340 soles dos veces al año. Pero, aunque no lo crean, ese beneficio tiene un tope.

          Para eliminarlo, los "genios" idearon una trampa. Cada año les aumentan 30 soles. Al llegar a los mil soles, pierden todo.

          Agilito, el ministerio de Economía les informa la gran noticia. Una especie de "carta de defunción".

          En pleno siglo XXI los maestros cesantes y jubilados llevan sobre sus hombros ese estigma. Esa marca indeleble. Esa ignominia.

          Aunque sea para sonreír por un instante, esperan con entusiasmo cada mes su miserable pensión.

          Esta vez, la programación marcó el jueves 15. Ese día, les dijeron: "Mañana".

          Juntaron sencillo para el taxi. Iban ansiosos. Estrellaron sus narices con el letrero en la puerta del Banco de la Nación: "Pago a jubilados el 21".

          ¡Qué triste...! ¡Es una suerte de morir a pausas...!