Nota de prensa remitida a los medios. Consta le fecha 8 de agosto. Un día antes hubo dos asaltos. Una
extraña coincidencia.
Si existe algo que distingue al periodismo, es su
identificación con el interés ciudadano.
Por eso estamos detrás de las autoridades y los funcionarios
para que nos comuniquen el trabajo que realizan.
En la práctica, somos los intermediarios entre los
conductores del país, la región o la provincia y la colectividad.
Así, revelamos que en una sesión del consejo regional se
desestimó un proyecto para dotar de videocámaras los buses de transporte
público interprovincial.
Como el planteamiento carecía de los requisitos exigidos,
con toda razón, la mayoría votó en contra.
Los periodistas entrevistaron a los usuarios de los buses
al norte, sur e interior del departamento, quienes mostraron su discordia.
Debido a los frecuentes robos en las carreteras, la prensa
también exteriorizó su desacuerdo con la posición de los consejeros.
Varios de ellos se sintieron aludidos. Días después,
acordaron “aclarar a los medios sobre la forma errónea de cubrir la
información” (?).
El boletín que aborda el “pronunciamiento” llegó a las
oficinas de redacción de los reporteros el pasado jueves 8.
Miren lo que son las cosas. Ese mismo día, se informaba de
dos nuevos cobardes atracos cometidos contra dichos vehículos.
En la página 3, SATÉLITE publicó: Rateros asaltan bus y en
la siguiente: Asaltan bus lleno de pasajeros.
Uno fue a un ómnibus de la empresa Jaguar que cubre el
servicio entre Trujillo y Casa Grande, que dejó en estado grave a una
embarazada.
El otro, siempre usando armas de fuego, se cometió contra
la firma Pantursa de la línea Trujillo-Virú.
Luego de exigir a los pilotos desviarse de su ruta, en
ambos casos, los ladrones, se llevaron maletines, bultos, dinero y celulares.
Los consejeros actúan según las normas y esperan el informe
técnico y legal de Transportes para aprobar la propuesta.
Pero, no exageren con los tiempos. Háganlo por la vida y
pertenencias de los pasajeros. Las videocámaras son urgentes.
La delincuencia no perdona. El periodismo, tampoco
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