Una forma de evitar el mal es evitar el contacto físico masivo y respetar las reglas sanitarias de aseo. (Redes).
Ocurrió
lo que se preveía. La pandemia del coronavirus topó al Perú e inició su
progresiva propagación.
Martín
Vizcarra, cuándo no, fue el encargado de informar sobre la "mala
nueva".
Anunció
que "estábamos preparados". Sus palabras refrescaron las graves
deficiencias en los servicios de salud del país.
Los
constantes reclamos de pacientes por la inadecuada atención y las muertes que
nunca debieron producirse.
Por
algo se trata de uno de los sectores más olvidados por el actual y anteriores
gobiernos.
Con
esas y otras restricciones somos anfitriones de la enfermedad más letal y veloz
del siglo.
La
reacción fue correr compulsivamente a las tiendas buscando alcohol, papel
toalla e higiénico, productos de limpieza y aseo personal.
Cuando
en situaciones como ésta, lo aconsejable es conservar la calma y cumplir con
las recomendaciones sanitarias.
Evitar
el contacto físico en todas las formas. No tocarse el rostro y asearse las
manos con abundante agua y jabón.
Surge entonces
la interrogante. ¿Y las familias que viven en zonas sin acceso diario al agua
potable...?
Clara muestra
del desamparo que padece un considerable porcentaje de la población peruana.
En
cuanto a la región, loable la decisión del gobernador Manuel Llempén, de
desistir viajar al extranjero en días difíciles.
Opuesta
actitud a su antecesor. Quien abandonó la región en pleno Fenómeno del Niño. Aquel aciago marzo
del 2017.
Positiva
es también la disposición del Ejecutivo de impedir el arribo de cruceros turísticos.
Tres estaban por acoderar en Salaverry.
El
propósito es prevenir cualquier manifestación de contagio.
De
manera particular, nos corresponde asumir con responsabilidad cívica nuestro
papel en el grupo social.
Pensar
en los demás. Tener cuidado al hablar, toser o estornudar. Obviar dar la mano y
los besos como saludo.
En casa
o donde fuera, lavarse las manos una y otra vez. ¡En gran parte, depende del cuidado
que tengamos...!
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