lunes, 2 de octubre de 2023

El estudiante que fue sorprendido plagiando: ¡Y la anécdota de la bella joven del Uceda que copiaba...!

 Alumnos del Uceda con algunos profesores. Figuran Justo Peláez, Cristóbal Campana y Walter Ramos. Yo estoy en la segunda fila de los de pie a la altura del hombro izquierdo del busto.


           



               Causó gran revuelo y se viralizó en las redes la ocurrencia del joven que fue descubierto plagiando en un examen.

            El estudiante se colocó en un brazo una gasa con huellas rojas, simulando una herida, para ocultar las respuestas a supuestas preguntas.

            Fatalmente, fue detectado por el profesor y tuvo que resignarse a ser anulado.

            Durante la década entre el segundo quinquenio de l975 y el primero de 1985, fui docente de educación superior.

            Dicté clases en el Instituto Superior de Periodismo y Relaciones Públicas Carlos E. Uceda, invitado por su propietario Carlos Uceda Llerena.

.           Constituía, en ese momento, la más importante entidad educativa superior particular, después de la Universidad Nacional de Trujillo.

            Funcionaba en la quinta cuadra de San Martín e impartía las carreras de su logotipo: periodismo y relaciones públicas.

            Destacados profesionales en ambas especialidades, egresaron de sus aulas.

            Enseñé los cursos de Periodismo, Historia del Periodismo e Introducción a las Ciencias Sociales..

            Con el tiempo, por disposición ministerial, se convirtió en ESEP y amplió el servicio educativo a contabilidad y administración.

            La juventud egresada de los colegios secundarios respondió. Al extremo que las instalaciones del local tuvieron que ser ampliadas.

            El horario de clases que inicialmente era de 6 de la tarde a 10 de la noche, se extendió. Empezaba a la una de la tarde.

            Allí, me asignaron los  cursos de Teoría de la Comunicación y Motivación y Liderazgo.

            Uno de esos días de intensa labor docente me tocó cuidar una prueba. El acto transcurría con toda normalidad.

            Mientras los jóvenes respondían, yo solía recorrer los pasadizos del salón de adelante hacia atrás y viceversa.

            Pero, por la experiencia adquirida en la enseñanza secundaria, me las ingenié para adoptar una particularidad.

            Luego de varias andadas, a mitad del camino, daba un súbito giro atrás. Sorprendidos, los que copiaban, saltaban de su carpeta lanzando todo.

            Esa noche en el Uceda, repetí la práctica y quedé en shock. Una bella joven tenía la ficha sobre uno de los muslos de sus torneadas piernas...

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